Entre la muerte del arte y la hora de los asesinos
Algunos impasses pos-hegelianos de la estética filosófica
Palabras clave:
política, arte, filosofíaResumen
La relación del arte con la filosofía pasó siempre por una meditación muy especial sobre la relación entre poética y política. La expulsión de los poetas de la república platónica, la fundación kantiana de la comunidad sobre el juicio de gusto, y la educación estética del hombre que Schiller propone con fines reformistas, son ejemplos emblemáticos de ese gestorecursivo, que busca pensar filosóficamente una tensión irreductible entre la poética de la política (esto es, los estilos de articulación de lo común) y la política de la poética (esto es, las formas de intervención de la creación artística).
La asimilación hegeliana del arte a «cosa del pasado» representa simplemente un episodio más en esa historia de desentendimientos, de exclusiones y de apropiaciones violentas, pero representa también, al mismo tiempo, un momento fundamental para la reflexión estética contemporánea, en la medida en que pretende resolver definitivamente esa tensión constitutiva.
Evidentemente, más allá del diagnóstico hegeliano, el arte continuaría proliferando, forzando a la filosofía a volver a confrontarse con esa tensión que define de forma trágica la reflexión estética. Lejos de las escandalizadas interpretaciones del pensamiento hegeliano en registro de «oración fúnebre» u «obituario» del arte, las obras de Benjamin y Adorno, Heidegger y Sartre, Bataille y Blanchot, Deleuze y Rancière, nos proponen una serie de lecturas inconmensurables (polarizadas en torno de los conceptos de crítica y efectividad), que restituyen al arte su (in)significancia actual para la humanidad.