Núm. 4 (2001)
Con su sentido crítico característico, y no sin cierto humor, Karl Popper daba a entender alguna vez que el primer filósofo no fue en realidad el primero sino el segundo, señalando con esta paradoja que el hecho de que la filosofía (y todo pensamiento conceptual) sólo se conforma en tanto que “tradición crítica”, en tanto que actividad colectiva en la historia. Esto quiere decir que una teoría filosófica no se constituye, ante todo, mediante referencias a las cosas o a las experiencias y opiniones propias, sino mediante un procedimiento histórico de discusión, de análisis y crítica de otras posturas teóricas que le han precedido, frente a las cuales aquella teoría puede definir sus aportes y adquirir, a su vez, sentido y valor para las que le sucederán. En realidad ser capaz de mantenere y subsistir, de crear una tradición, es un rasgo universal de toda actividad social y cultural (en los ámbitos teóricos: teología, filosofía, ciencia; y en los ámbitos prácticos: moral, política, arte). Para el caso de una publicación podríamos decir lo mismo particularmente en contextos como el nuestro: que el primer número de una revista no es en realidad el primero sino el segundo o el tercero. Pues sólo la subsistencia y continuidad de un proyecto editorial le da identidad y realidad a su propuesta. Como decía Deleuze, la esencia de una cosa no está en su origen sino en su devenir, y esto vale, naturalmente, para el caso de Devenires. Por esta razón es hasta ahora, cuando estamos cumpliendo dos años y llegando al número cuatro, cuando queremos celebrar, sin renunciar del todo a cierta prudencia, la aparición de nuestra publicación y su proyecto editorial y filosófico.