Jean-Jacques Rousseau
El ilustrado atípico y las encrucijadas de la modernidad
Resumen
No cabe duda de que Rousseau es un ilustrado atípico. Aunque los pensadores ilustrados eran versátiles y cultivaban diversos géneros (Voltaire por ejemplo escribió libros de historia, cuentos y poemas, aparte de obras teatrales y diccionarios), Jean-Jacques Rousseau no sólo fue reconocido por sus ensayos de índole política, sino que también cobró cierta fama como novelista, pedagogo y compositor musical, además de apasionarse por la botánica y abrir el camino al relato autobiográfico. En su obra vienen a converger los dos hilos conductores que atraviesan nuestra modernidad. El culto a la razón, propio de su tiempo, no le hace olvidar el papel de las emociones y el sentimentalismo. De ahí que sus escritos puedan servir de inspiración tanto a Kant como al romanticismo, con arreglo por ejemplo a la influyente lectura de Cassirer. Robespierre le idolatró y muchos vieron en él al padre intelectual de la Revolución francesa, pero también se le ha tenido por un ancestro de Marx y tampoco faltan quienes le consideran precursor de los totalitarismos. El contractualismo de Rawls, la teoría crítica de Habermas y autores como Martha Nussbaum se ven obligados a seguir dialogando con Rousseau, pese a sus contradicciones, paradojas y aporías. El máximo interés de Rousseau es haber sabido atisbar todas las encrucijadas que caracterizan a la época moderna, en sus intentos por maridar a la razón con las emociones, y viceversa. ¿Qué aportan sus planteamientos a la Ilustración? Una necesaria complejidad que rehúye sistemáticamente cualquier simplificación.