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Borges, Lost in Translation
Dicere • ISSN 2954-369X • DOI: https://doi.org/10.35830/dc.vi4.91
“su aura”.
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Es decir, valorar la adaptación de
una lectura bajo preceptos de “autenticidad”, en
relación a la obra “original”, para medir cuánto
se apega o no a ella, se torna infructuoso, puesto
que, como Benjamin lo advirtió y Aguilera y
Gazzera lo recogen, lo que se inaugura con la
producción y reproducción de una obra de arte
es precisamente una valoración “política”, en la
que lo que está en juego son las subjetividades
de quien lee. Para ello, para realizar una lectura
que diga del producto nal, consecuencia de una
lectura que la antecedió, los autores proponen el
concepto de “versión cinematográca”.
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Por tan-
to, si a Borges no le entusiasmó la versión que
Torre Nilsson produjo de su cuento, fue porque,
en palabras de Leopoldo Brizuela, conferencista
en las Segundas Jornadas de Literatura y Cine
Policiales Argentinos, el realizador lo trasladó
al entorno del relato psicológico, alejándolo así
de su enfoque argumentativo.
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Borges, lector
y escritor de ideas, no vio con buenos ojos una
producción cinematográca que se desvanece,
como él diría en conversaciones con Fernando
Sorrentino, en sus propios sentimentalismos.
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La versión de los hechos, según Torre
Nilsson, es que “Emma Zunz” fue un reto que
le permitió profundizar su estilo neorrealista.
Es más, él se ve obligado a incorporar elementos
cinematográcos, de los cuales el cuento no
dice; los exteriores, por ejemplo, o el sonido.
En el caso de este último, el odio que él percibe
en Emma Zunz lo traduce por medio de “esos
sonidos”.
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Y esto es algo que quizá Borges pasó
por alto: la manera en que el realizador, apli-
cando los efectos de sonido (además de la luz y
el montaje, entre otros), pudo trabajar el lme
para, de alguna manera, insertarlo en el género
policial y así también dotarlo de identidad. Al -
nal, sin embargo, lo que a Torre Nilsson le llama
la atención no es la decepción que Borges haya
sentido de su trabajo, sino el contexto político
del “peronismo” y “los descamisados” en el que
aterriza el lme, producto del cual lo que imperó
fue, según su testimonio, la censura, puesto que
lo que se mostraba eran actos turbios de sole-
dad y venganza, y no de felicidad.
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Sea como
fuere, el error que Dámaso detecta en Días de
odio es haber alargado la historia por fuera de
los contornos de lo que tuvo que haber sido un
cortometraje.
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Sí, haber extendido Emma Zunz
por fuera de “Emma Zunz” fue evidentemente
un problema ya no de contornos, sino de tiempo.
En efecto, como sucede con toda la obra
de Borges, hay que tener en mente los detalles,
incluido el manejo del tiempo. Crítico como es,
sabe que todo lo que se incluye y muestra en un
lme (i.e., todas las herramientas que se usan
para producir una obra cinematográca) no es o
no debe ser gratuito. No obstante, lo que más le
preocupa es lo que no se dice, puesto que es en
este espacio, en donde operan las complicidades
del lector con el texto que tiene en frente, que las
transgresiones se edican. Autor de subjetivi-
dades que se bifurcan, lo que busca es explorar
esas posibilidades, esos mundos, esas lecturas.
Aedo sostiene que eso, en relación con “Emma
Zunz”, tiene una consecuencia: pensar que lo
que en él se dice es verdad.
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Inmerso en la
historia que ahí se cuenta, el lector no puede
hacer otra cosa que no sea seguir las pistas que
se le presentan. ¿Pero para qué?, sería la pre-
gunta que Borges haría. Una respuesta sería lo
que Aedo propone: para descubrir, desarmar,
encubrir y volver a armar lo que llama “los
argumentos secretos”,
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incluido el del “odio
hacia los hombres”,
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por ejemplo, en el que
lo que se asume es que Emma trata de vengar
el repudio que siente hacia: su padre, que en el
cuento se nos dice fue quien “le había hecho
a su madre la cosa horrible que a ella ahora le
hacían”;
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Loewenthal, su empleador; y el mari-
nero, a quien vende su virginidad y de quien se
siente ultrajada. ¿Y si Emma leyó mal la carta?
De hecho, esta es la crítica más contundente
que se le puede hacer a Torre Nilsson: haberse
dejado llevar por la presuposición de que el
secreto que el padre le cuenta a Emma antes
de partir es cierto. En ninguna parte del relato