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Revista de Humanidades, Ciencias Sociales y Artes
Dicere • 6 (julio-diciembre 2024) • ISSN 2954-369X • DOI: https://doi.org/10.35830/dc.vi6.79
Daniela Morales Muñoz
Investigadora independiente
ORCID ID: 0000-0002-0775-0125
Cómo citar este artículo: Daniela Morales Muñoz, “El exilio brasileño y el 68 mexicano”, en Dicere, núm. 6
(julio-diciembre 2024), pp. 109-122.
Recibido: 8 de agosto de 2023 • Aprobado: 12 de noviembre de 2023
Resumen
Este trabajo pretende llamar la atención sobre
un fenómeno poco explorado en la historiografía
de los exilios en México como ha sido el de las
afectaciones que exiliados políticos en este país
llegaron a sufrir en el contexto de la represión y
la violencia política desplegada por el régimen
durante la segunda mitad del siglo XX. En par-
ticular, se exponen algunos casos de exiliados
políticos brasileños que fueron víctimas de la
represión estatal que el gobierno de Gustavo
Díaz Ordaz ejerció en el contexto del movi-
miento estudiantil y popular de 1968. Al mismo
tiempo, pretende ser una propuesta a indagar
sobre las condiciones e implicaciones políticas
de las experiencias del exilio en México, un
aspecto frecuentemente ignorado a pesar de que
dichas experiencias son vividas esencialmente
por personas activas políticamente, y de que el
exilio ha sido históricamente utilizado como un
mecanismo de exclusión.
Palabras clave: exilio, asilo político, México,
Brasil, represión estatal
Abstract
This work aims to draw attention to a pheno-
menon little explored in the historiography
of exiles in Mexico, such as the eects that
political exiles in this country suered in the
context of the repression and political violence
deployed by the regime during the second half
of the 20
th
century. In particular, some cases
of Brazilian political exiles who were victims
of the state repression that the government of
Gustavo Díaz Ordaz exercised in the context
of the student and popular movement of 1968
are exposed. At the same time, it aims to be a
proposal to investigate the conditions and po-
litical implications of the experiences of exile
in Mexico, an aspect frequently ignored despite
the fact that these experiences are essentially
lived by politically active people, and that exile
has historically been an exclusion mechanism.
Keywords: exile, political asylum, México, Brazil,
state repression
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Introducción
Es una realidad que la generosa tradición de
asilo que tanto prestigio ha dado a la política
exterior de México a lo largo del siglo XX e
inicios del XXI ya no puede pensarse hoy en
día sin los matices que los estudiosos de los
exilios en México han empezado a señalar a la
hora de analizar cuidadosamente las diferentes
experiencias que se han registrado en México.
Uno de ellos ha sido, sin duda, la parado-
ja que signicó que en las décadas de 1960 y
1970 los gobiernos mexicanos acogieran gene-
rosamente a cientos de perseguidos políticos
sudamericanos al mismo tiempo que en su in-
terior reprimían violentamente toda disidencia
política y producían sus propios exilios.1 Como
ha señalado Pablo Yankelevich, en esos años,
el régimen político mexicano se caracterizó por
tener un “doble rostro”: uno que se dirigía al
espacio internacional, muy atento a respetar el
derecho a la libre determinación de las naciones y
a condenar toda forma de intervención extranjera,
y otro, mucho menos amable que miraba hacia
adentro, que era el de un gobierno autoritario
que no dudaba en reprimir cualquier reclamo o
conicto social que amenazara su estabilidad.2
Esa paradoja puede mostrarse con casos
concretos. Por ejemplo, en nombre de la pres-
tigiosa tradición de asilo, en 1964, el presiden-
te Adolfo López Mateos abrió las puertas del
país a una centena de perseguidos políticos de
origen brasileño que tuvieron que salir de su
país tras el golpe de Estado cívico militar que
derrocó al presidente João Goulart. Entre los
asilados se encontraba buena parte de la base
social de ese gobierno, integrada por militantes
de la izquierda nacionalista brasileña, militantes
comunistas, socialistas, sindicalistas y dirigentes
campesinos, como el propio Francisco Julião,
fundador de las famosas Ligas Camponesas del
nordeste de Brasil.
Apenas dos años atrás ese mismo gobier-
no, que mantenía encarcelados a los dirigentes
del movimiento ferrocarrilero, Valentín Campa
y Demetrio Vallejo, había asestado un golpe
mortal al movimiento Jaramillista con el bru-
tal asesinato del dirigente campesino, Rubén
Jaramillo y su familia.
La represión que ejercía el Estado mexi-
cano para mantener la estabilidad del régimen
político era sistemática, pero había factores que
ayudaban a esconderla, entre ellos, esa “cara
amable” que mostraba hacia el exterior.
No obstante, en ese México en el que los
asilados gozaban de la protección del Estado
también había costos que pagar, entre ellos, la
imposibilidad de vincularse políticamente con
su país de asilo bajo la amenaza de perder la
protección y ser expulsado; el de vivir bajo la
vigilancia y el control del gobierno antrión
3
o, incluso, el de convertirse en víctima de la
violencia que ese mismo Estado desplegaba
como política interior.
Al nalizar la década de 1960, la masacre
del 2 de octubre en Tlatelolco, colofón de la
represión del movimiento estudiantil que se había
desplegado desde julio de ese año en la ciudad de
México, mostró sin tapujos el rostro autoritario y
absolutamente refractario a la participación ciu-
dadana y a la manifestación de la inconformidad
social del régimen político mexicano.
Hasta el día de hoy se desconoce el número
de estudiantes y de civiles que en ese contexto
fueron asesinados, detenidos arbitrariamente,
golpeados y torturados por agentes del Estado
mexicano.4 Lo que sí se ha conrmado es que
las cifras ociales, que hablaron de decenas de
afectados, estuvieron muy lejos de la realidad,
porque fueron cientos las víctimas directas e
indirectas de ese fatídico 2 de octubre.
Una de las experiencias menos exploradas
hasta ahora es la de los ciudadanos extranjeros
que atestiguaron y/o fueron víctimas de esos
acontecimientos represivos. En este sentido, se
conoce el caso de los periodistas italianos Oria-
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na Fallaci, quien fue herida con arma de fuego
en Tlatelolco y de Paolo Fraieso, corresponsal
de la televisión pública RAI que fue detenido
por la policía cinco días después de la matanza
para ser interrogado sobre sus contactos con los
dirigentes del movimiento estudiantil.5 Ambos,
como muchos otros periodistas extranjeros, ha-
bían llegado a México con el propósito de cubrir
los juegos Olímpicos que se inaugurarían diez
días después.
Pero un sector aún menos atendido y que
consideramos importante abordar es el de los
exiliados políticos que se encontraban en Mé-
xico y fueron violentados en el contexto de
la represión estatal; personas o familiares de
personas que al mismo tiempo que gozaban
de la “protección” del Estado mexicano vie
-
ron violentadas sus garantías individuales en
el contexto de la represión Estatal desplegada
en contra del movimiento estudiantil y popular
de 1968 en la ciudad de México.
Con el objetivo de contribuir al conoci-
miento del tema y de llamar la atención sobre
ese fenómeno expondremos a continuación al-
gunos casos de exiliados brasileños que fueron
víctimas de esa represión en México.
El exilio brasileño en México
El 31 de marzo de 1964 un golpe de Estado
civil-militar depuso al presidente constitucional
de Brasil João Goulart, e instauró una dictadura
militar que se mantuvo vigente durante los si-
guientes veintiún años. La dictadura brasileña
ha sido calicada como la primera dictadura
de Seguridad Nacional en América Latina, por
considerar que inauguró un nuevo tipo de auto-
ritarismo inspirado en la Doctrina de Seguridad
Nacional (DSN), que más tarde, particularmente
en la década de 1970, se extendería a los países
vecinos en el Cono Sur.
Formulada en Estados Unidos, en el con-
texto del antagonismo Este-Oeste característico
de la Guerra Fría, la DSN se concibió como un
proyecto de seguridad hemisférica que promo-
vía una alianza interamericana de defensa contra
la subversión enemiga, es decir, el comunismo.
6
Bajo esa retórica, desde las primeras horas
posteriores al golpe, los militares brasileños
iniciaron un proceso de limpieza política cuyo
objetivo era lograr la exclusión de todos los ele-
mentos comunistas que actuaban en el escenario
político del país. En realidad, la persecución se
desató en contra de los hombres y las mujeres
que en los últimos años habían participado de
manera destacada en la vida política de Brasil,
tanto en el ámbito gubernamental y de los parti-
dos políticos, como en el amplio y heterogéneo
frente social y militar desde el cual sectores
populares organizados de la sociedad habían
empujado junto al presidente Goulart las lla-
madas Reformas de Base.7
En ese primer momento políticos, funciona-
rios públicos, militantes de organizaciones de iz-
quierda, estudiantes, trabajadores sindicalistas,
militares de izquierda nacionalista, intelectuales
y periodistas fueron depuestos, perseguidos,
torturados, encarcelados o lanzados al exilio,
poco tiempo después, los perseguidos empeza-
rían a ser, además, asesinados y desaparecidos.
Aunque México fue un destino recurrente
para el exilio brasileño a lo largo de los quince
años que transcurrieron entre el golpe de Estado
y la promulgación de la Ley de Amnistía - que
en 1979 abrió la puerta para el regreso de las
personas que se encontraban exiliadas- este
país nunca llegó a ser un polo de concentra-
ción para los brasileños perseguidos, como en
determinadas coyunturas sí lo fueron países
como Uruguay, Chile o Francia.8
Para la mayoría de los brasileños que se
exiliaron en México, este país apareció ines-
peradamente como un destino posible en un
momento límite; por eso, de los miles de exi
-
liados que produjo la dictadura militar brasi-
leña, apenas alrededor de doscientos pasaron
por nuestro país, de los cuales poco menos de
treinta llegaron a establecerse con sus familias,
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pues la mayoría permaneció solo unos cuantos
meses para después trasladarse a otros destinos.9
En México, el brasileño fue un exilio peque-
ño y mayoritariamente en tránsito. No obstante,
llegó a albergar a personajes de gran peso polí-
tico en Brasil, de cuyos pasos en el destierro los
militares siempre se mantuvieron pendientes.
Las condiciones políticas del asilo en México
Los asilados brasileños que llegaron a México
en los meses inmediatamente posteriores al gol-
pe de Estado transitaron previamente una difícil
experiencia de asilo diplomático en la embajada
mexicana de Río de Janeiro relacionada fun-
damentalmente con la reticencia que durante
varias semanas mantuvo el gobierno militar a
emitir los salvoconductos que les permitirían
salir del país. Se trató de una actitud que el
gobierno militar asumió como respuesta a la
negativa que inicialmente mostró el gobierno
saliente de López Mateos a reconocer al go-
bierno de facto.
No obstante, al asumir Díaz Ordaz como
presidente de México, la relación con el go-
bierno militar se retomó en los mejores térmi-
nos y los salvoconductos uyeron con mayor
facilidad. Ese giro positivo de la relación del
gobierno de México con el gobierno militar
brasileño implicó que, como se documentó en
una investigación más amplia, en materia de
asilo político el gobierno mexicano aplicara
un endurecimiento discreto. En palabras del
embajador de Brasil Vicente Sánchez Gavito, en
aquel contexto la política de asilo debía, por un
lado, cuidar el prestigio de México en materia
de asilo y, por otro, evitar que la recepción de
asilados se convirtiera en motivo de conicto
con el régimen militar.10
La buena relación que Díaz Ordaz intentó
mantener con el gobierno militar también inu-
yó en las instrucciones que los asilados recibie-
ron antes de viajar a México y que algunos de
ellos rebelaron en el aeropuerto al ser abordados
por reporteros que les pedían compartir alguna
información sobre la situación que prevalecía
en Brasil. Al obtener el salvoconducto, dijeron,
se habían comprometido con el personal de la
embajada a no hacer ninguna declaración de
tipo político en México.11
Por su parte, al recibir la calidad migratoria
de asilados políticos, la Secretaría de Goberna-
ción también les había advertido de las limitan-
tes que la legislación mexicana imponía a todo
extranjero que se encontraba en suelo mexicano,
en el sentido de “no inmiscuirse en los asuntos
políticos del país” bajo la amenaza de ser expul-
sados sin la necesidad de tener un juicio previo,
conforme a lo establecido en el artículo 33 de
la Constitución Política mexicana.12
En general, los asilados brasileños fueron
siempre muy respetuosos y cautelosos al res-
pecto, pero no desconocían las convenciones
interamericanas de asilo político, rmadas por
México y por Brasil, que señalaban la imposi-
bilidad de que su condición de asilados pudie-
ra cancelar la libertad de expresar cualquier
opinión con respecto a su país. Eran militantes
de izquierda, la mayoría vinculados al Partido
Comunista Brasileiro, con toda una trayectoria
de lucha y habían sido orillados al exilio con
el claro objetivo de cancelar sus derechos polí-
ticos y cualquier tipo de participación política
en su país.
Por eso, al llegar a México los primeros
exiliados se organizaron y fundaron la Organi-
zacão dos Sindicalistas Brasileiros no México,
que poco tiempo después, con la llegada de más
asilados, fue rebautizada como Organizacão
dos Exilados Brasileiros no México (OBEM),
donde se agruparon fundamentalmente aque-
llos que militaban o simpatizaban con el PCB.
Entre el 9 de julio y el 27 de octubre de 1964,
la OEBM publicó un boletín semanal titulado
Correio Braziliense que, cautelosamente, se
presentó como un órgano cultural de los exi-
liados brasileños en México, a través del cual
circularían todas las informaciones relacionadas
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con las actividades de la Organización. Se pro-
ponía también divulgar a través de sus páginas
las principales noticias sobre lo que sucedía en
Brasil, así como otras relacionadas con la vida
de los exiliados en México, haciendo especial
énfasis en que el boletín no trataría de política,
sino que su objetivo era “única y exclusiva-
mente informar”.13
No obstante, el boletín, que, efectivamente,
incluía artículos útiles para la vida de los asila-
dos en México, dedicaba la mayor parte de sus
páginas a denunciar las prisiones, las torturas,
los despidos masivos, las contradicciones, las
injusticias propiciadas por la dictadura militar
recién instaurada en Brasil.
Cuando el régimen militar brasileño detectó
la publicación del Correio Braziliense inmedia-
tamente lo reportó al gobierno de México, que
conrmó la existencia del boletín pero vericó
que para esas fechas la mayoría de los asilados
que habían impulsado la publicación ya había
abandonado el país.14 Incluso, la OBEM había
declarado su extinción debido a que la mayoría de
sus integrantes había decidido renunciar al asilo
político en México y trasladarse a otros países.
A partir de entonces, la pequeña comunidad
de brasileños que habían quedado en México se
aglutinó en torno a una gura central del exilio
brasileño mexicano: Carlos Taylor da Cunha
Melo, militante comunista y líder de la Unión
Nacional dos Servidores Públicos en Brasil que
había llegado a México a nales de julio de 1964.
Era una persona de gran carisma que, junto con su
entrañable amigo y compañero de partido Isaac
Sheinvar, se había preocupado por mantener la
solidaridad entre los asilados brasileños que
habían quedado en México, así como de estar
pendiente de aquellos que seguían llegando.
Entre nales de 1964 e inicios de 1965,
arribaron al país nuevos grupos de asilados
procedentes de la embajada mexicana en Río
de Janeiro. Había entre ellos personajes de im-
portante trayectoria política, como el profesor
Ruy Mauro Marini, militante de la Organiza-
ción Revolucionaria Marxista Política Operaria
ORM-POLOP y Francisco Julião, fundador de
las Ligas Camponesas.
Con el ímpetu de las nuevas personalidades
recibidas, los brasileños exiliados constituyeron,
en junio de 1965, el Comité dos Brasileiros
Exilados no México (Cobem) al frente del cual
quedaron el propio Carlos Taylor, la profesora,
Abigaíl Ferreira Nunez y el profesor Ruy Mauro
Marini. Con la intención de echar a andar ese
comité en un marco de total respeto a las leyes
mexicanas, los asilados enviaron un ocio al se-
cretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez,
en el que noticaron el nacimiento del Cobem y
de su respectiva publicación Boletín Informativo
Cobem, aclarando que sus únicos objetivos eran
estrechar lazos de solidaridad, promover el au-
xilio mutuo entre sus miembros y mantenerlos
informados de lo que sucedía en Brasil.15
En enero de 1965, los integrantes del Co-
bem redactaron incluso una carta de principios
en la que establecieron que, como exiliados,
mantendrían la lucha por la libertad del pueblo
brasileño, haciendo uso de las libertades de las
que gozaban en el país de asilo.
No hemos venido a buscar nuestra libertad indi-
vidual en otros países; por el contrario, estamos
decididos a continuar luchando por la verdadera
libertad del pueblo brasileño, a quien hemos dedi-
cado lo mejor de nuestras vidas […] Dentro de los
límites que nos imponen el deber de hospitalidad
y las leyes de asilo, no podemos callar nuestra voz
de rebeldía.16
El gobierno mexicano seguía de cerca las acti-
vidades del comité, con el objetivo de determi-
nar si no estaban vulnerando las obligaciones
internacionales de México en materia de asilo
o las disposiciones de la Secretaría de Gober-
nación, como constantemente acusaban desde
la embajada de Brasil en México. Al respecto,
el subsecretario de Relaciones Exteriores, Ga-
bino Fraga, dirigió un ocio a la Secretaría de
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Gobernación en el que opinaba, con base en los
artículos VII y VIII de la Convención de Asilo
de Caracas, que la calidad de asilado político
de una persona no debía restringir su libertad
de expresión o de reunión.17
Sin embargo, a pesar de la opinión del sub-
secretario Fraga, el gobierno de Díaz Ordaz or-
denó la suspensión de la publicación del Boletín
Informativo Cobem.
Para ello, el 7 de febrero de 1965 siete
asilados brasileños integrantes del Cobem
fueron citados en la secretaría de Gobernación
donde el subdirector general de Población,
Miguel Domínguez Loyo, les pidió abstenerse
de la publicación del Boletín debido a que
en él “se critica y ataca sistemáticamente al
gobierno político actualmente constituido en
los Estados Unidos de Brasil”. Agregó que al
suspenderlo estarían “colaborando” con el
país que les daba protección.
El profesor Ruy Mauro Marini tomó la
palabra en la reunión a nombre del grupo de
asilados brasileños para manifestar que sus in-
tegrantes no tenían la intención de crear di-
cultades de ningún tipo al gobierno de México
“que tan hospitalariamente nos recibió en su
territorio”, pero estaban convencidos de que
la publicación del Boletín se mantenía dentro
de las normas jurídicas que regulaban el asilo
político, por lo que incluso habían noticado
de su aparición a la Secretaría de Gobernación.
Sin embargo, el boletín fue censurado.
Tras el golpe de censura, la militancia de
los exiliados tuvo que ser más discreta y cada
vez más atomizada. No obstante, como el go-
bierno de México se esforzaba por mostrar su
“vocación democrática” hacia el exterior, tole-
raba la publicación de algunos textos críticos
redactados por asilados brasileños, siempre y
cuando se hiciera de manera individual y la
crítica se dirigiera a lo que sucedía en Brasil u
otras latitudes.
Los exiliados y la movilización estudiantil
de 1968
A nales de la década de 1960 la comunidad de
exiliados brasileños que permanecía en México
no rebasaba los treinta integrantes, los cuales
habían decidido quedarse en el país porque
habían logrado integrarse a la vida laboral o
estudiantil. Algunas familias de los asilados
políticos que llegaron a México entre 1964 y
1968 habían logrado reunirse poco a poco en
el país en cuanto la Secretaría de Gobernación
concedía permisos de ingreso para esposas e
hijos y los asilados conseguían la forma de -
nanciar los pasajes para su traslado desde Brasil.
Entre los exiliados destacaban algunas -
guras en torno a las cuales los asilados se reu-
nían con cierta regularidad. Por un lado, Car-
los Taylor e Isaac Sheinvar, representantes en
México del PCB, cuyas familias vivían en un
mismo edicio y sus residencias se habían con-
vertido en lugares de reunión para los exiliados
brasileños. Por otro lado, estaba el reconocido
abogado, fundador de las Ligas Campesinas de
Brasil, Francisco Julião, que se habían estable-
cido en Cuernavaca donde también congregaba
regularmente a grupos de exiliados.
En el ámbito académico destacaba la -
gura del profesor Ruy Mauro Marini, quien
había ganado gran relevancia en los círculos
intelectuales y políticos mexicanos a través de
sus investigaciones en el Centro de Estudios
Internacionales de El Colegio de México, sus
colaboraciones en la prensa mexicana, sus pu-
blicaciones académicas internacionales y sus
famosos y concurridos cursos sobre teoría mar-
xista en la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM).
Desde México, los exiliados brasileños se-
guían con entusiasmo la articulación en Brasil
de una oposición creciente en contra del régi-
men militar, liderada por el sector estudiantil.
Entre 1966 y 1967 los estudiantes brasileños,
en una lucha feroz contra el intento de corpora-
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tivizar sus organizaciones, habían encabezado
protestas públicas contra el régimen que fueron
reprimidas con violencia por la policía, pero fue
a nales de marzo de 1968 cuando el movimien-
to estudiantil se radicalizó a raíz del asesinato
del estudiante de 17 años, Edson Luiz da Lima
Souto, quien cayó abatido por la Policía Militar
durante una manifestación de estudiantes en Río
de Janeiro en donde también resultaron heridos
muchos otros estudiantes.
Como escribió Ruy Muro Marini desde su
exilio en México, esos acontecimientos levan-
taron una ola de indignación por todo el país.
“De norte a sur, las manifestaciones de masas
—y ahora no solo estudiantiles— estallaron.”
El sepelio de Edson Luiz, al que acudieron al-
rededor de 50 mil personas, se convirtió en la
mayor manifestación antigubernamental desde
el golpe militar. 18
En ese contexto, otros sectores de la socie-
dad se fueron sumando al movimiento de opo-
sición que crecía y se fortalecía en Brasil. Los
militares y los empresarios vieron con enorme
preocupación la rearticulación del movimiento
obrero en las zonas industriales de Contagem
en Minas Gerais y Osasco en São Paulo, donde,
desaando a sus propios sindicatos (blancos),
realizaron importantes huelgas que reivindica-
ban mejoras salariales y mejores condiciones
de trabajo.
El 26 de junio de 1968 se llevó a cabo en
Río de Janeiro la Paseata dos Cem Mil una
gigantesca manifestación que tuvo ecos espec-
taculares en otras ciudades del país, convirtién-
dose en las mayores concentraciones de masas
de la historia de Brasil. El gobierno del mariscal
Costa e Silva lanzó entonces a la policía y al
ejército a reprimir abiertamente al pueblo.
En ese contexto, María Lucia Taylor, es-
tudiante y militante de la juventud comunista
brasileña e hija mayor del exiliado brasileño
Carlos Taylor, se trasladó a México con la inten-
ción de estudiar una maestría en la UNAM, para
ello había gestionado y obtenido una beca de la
Organización de Estados Americanos (OEA),
también con la intención de alejarse temporal-
mente de su país en donde el cerco represivo
era cada vez mayor.19
La llegada de María Lucia a México coin-
cidió con el estallido del movimiento estudian-
til y popular en la ciudad de México, frente al
cual, como muchos otros asilados, no pudo ser
indiferente.
Venía de un país con una fuerte represión, así que
viendo esto pues me identiqué con los estudiantes,
además estaba en la universidad, me habían acepta-
do. Yo no podía participar porque yo era extranjera,
pero nadie podía impedirme que yo simpatizara,
entonces yo iba a las marchas, nomás porque me
sentía bien, sentía que por lo menos era un granito
más que estaba engrosando una masa humana, pero
no tenía conectes con el movimiento, no conocía a
nadie, era espontáneo en mucho, y mis hermanos
también, estaban en las prepas e íbamos. Y me acuer-
do que mi padre —Carlos Taylor— nos prohibía:
“ustedes no pueden ir porque son extranjeros…
¡prohibido!” Pero hubo una marcha lindísima que se
llamó la marcha del silencio en la que todos prendi-
mos antorchas, ¡lindo!, y cuando miré a mi lado vi a
mi padre, y es que estaba inquieto porque buscaba
a sus hijos que estaban ahí… fue a cuidarnos y se
quedó muy emocionado porque fue una marcha muy
bonita. Entonces sí, fuimos a casi todas las marchas
del movimiento sin pertenecer al movimiento, sino
por anidad.20
En el marco de ese acompañamiento discreto,
Maria Lucia asistió con sus tres hermanos me-
nores y otro amigo, hijo del exiliado brasileño
Isaac Sheinvar, al mitin convocado el 2 de oc-
tubre en Tlatelolco.
Y nos tocó, por azar, ir a Tlatelolco el 2 de octubre,
y justamente nos tocó porque teníamos una amiga
que vivía en el edicio Chihuahua, entonces fuimos
al edicio Chihuahua y ahí estaba el presídium de
los líderes del 68, y cuando empezó la balacera ya
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no pudimos salir del edicio Chihuahua y quedamos
atrapados ahí yo y mis tres hermanos. Y ahí fuimos
presos los cuatro.21
Carlos Alfonso, Enrique, Eduardo y Maria Lucia
Taylor fueron trasladados al Campo Militar núme-
ro uno donde Maria Lucia, la mayor, fue separada
de sus hermanos y más tarde conducida a otras
prisiones hasta llegar a la prisión migratoria.
Estuvimos en el campo militar número uno… me
acuerdo que ahí oímos varias declaraciones porque
nos tenían apartadas a un lado a las mujeres de los
hombres y pude incluso escuchar declaraciones de
algunos estudiantes que fueron capturados también,
y estuvimos creo que unos cuantos días ahí.22
Al enterarse de la detención de sus hijos, Carlos
Taylor y su entrañable amigo Isaac Scheinvar
recurrieron a un contacto que habían estableci-
do con una empleada de la embajada de Brasil
en México llamada Maydé, quien intercedió
por ellos ante el embajador brasileño. A pesar
de ser el representante del gobierno militar, el
diplomático decidió ayudar a los asilados y esa
misma noche se movilizó para localizar a los
jóvenes detenidos.
Las negociaciones lograron que los tres
hijos varones de la familia Taylor fueran libe-
rados, sin embargo, la hija mayor, Maria Lucia,
la única que había ingresado a México con la
calidad migratoria de estudiante, quedó retenida
y fue conducida a otras prisiones: “…pasé por
el Campo militar número uno, Lecumberri, Go-
bernación y prisión migratoria, que fue el mejor
lugar de todos porque por lo menos había un
cuarto único, con un baño individual, las otras
partes eran terribles”.23
El gobierno mexicano preparaba ya la de-
portación de Maria Lucia, una noticia terrible
para la familia Taylor, pues signicaba prác-
ticamente entregarla a manos de la dictadura,
que no sólo había lanzado al exilio a su padre
en 1964, sino que en 1968 la había orillado a
ella misma a buscar una beca para salir del país
debido al endurecimiento del régimen, que ya la
había chado por su activismo político en el mo-
vimiento estudiantil brasileño entre 1964 y 1968.
24
La amenaza de la deportación reunió a
varios asilados brasileños que organizaron un
movimiento para pedir al secretario de Go-
bernación, Luis Echeverría Álvarez, que no se
llevara a efecto. Fueron varios los asilados que
participaron en esa movilización en solidaridad
con la familia Taylor, entre ellos, desde luego la
familia Scheinvar, el profesor Ruy Mauro Mari-
ni y otros asilados que permanecían en México.
El movimiento de asilados, que recibió el
apoyo de algunos mexicanos, como del exdi-
putado priísta, Tulio Hernández Gómez, logró
evitar la deportación de Maria Lucia quien fue
nalmente liberada después de pasar poco más
de un mes en la prisión migratoria. Recuerda
que tras ser liberada aún recibió un fuerte regaño
del secretario de Gobernación, Luis Echeverría.
Por n hicieron que se analizara mi caso y me libe-
raron después de un mes y pico de estar en la prisión
migratoria… recuerdo que me pasaron a la ocina
[del secretario de Gobernación] y ahí estaba toda
la delegación brasileña que había luchado para que
yo saliera… y recibí un gran regaño de Echeverría
diciéndome que yo no tenía que inmiscuirme en la
política mexicana, que si quería regresara a mi país,
pero que no me metiera en la política mexicana, que
una segunda detención podría ser para mi mucho
más difícil.25
El episodio de Tlatelolco tuvo un impacto
importante en la vida de la familia Taylor. La
relación con la secretaría de Gobernación se di-
cultó y dejaron de sentirse seguros en México.
Esa situación me marcó en el sentido de que las
cosas ya no se hicieron tan fáciles para mí; en las re-
laciones de Gobernación con nosotros, yo siento que
creé problemas para mi familia, de alguna manera
¿no?, hubo un poco de dicultades para mi padre y
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los andaban vigilando, bueno o podía ser paranoia
también nuestra porque estábamos preocupados,
pero sentíamos que estábamos siendo vigilados, en
cierta forma algo difícil.26
De acuerdo con Carlos Eduardo Taylor, des-
pués del 2 de octubre sus hermanos sufrieron
algunas agresiones por parte de porros en la
preparatoria donde estudiaban y su papá quedó
muy preocupado con la ola represiva que se
estaba viviendo en México. “La cosa estaba
difícil, mi papá estaba preocupado, que aquí
estaba volviéndose igual que Brasil, y decía:
entre gorilas mexicanos y gorilas nacionales yo
me quedo con los gorilas nacionales”.27
Asegura que incluso la familia comenzó a
pensar en regresar a Brasil, idea que desecharon
tras la emisión en ese país del Acta Institucional
número 5, un decreto emitido en diciembre de
1968 que marcó el inicio de la etapa más re-
presiva de la dictadura militar pues, entre otras
cosas, cerró el Congreso por tiempo indenido,
regresó al Ejecutivo amplios poderes discrecio-
nales, suspendió el habeas corpus
28
y reinstauró
el Estado de excepción.
Al nal, la familia decidió enviar a los dos
hijos varones mayores a Chile, mientras que el
papá, Carlos Taylor, dejó su trabajo en el Banco
Nacional de Obras y Servicios Públicos (BA-
NOBRAS) donde había trabajado desde 1964,
y se trasladó a la ciudad de Cárdenas, Tabasco,
donde se incorporó al proyecto de desarrollo
agrícola “Plan Chontalpa”. Maria Lucia, por su
parte, tuvo que esperar hasta 1970 para iniciar
sus estudios de maestría en la UNAM.
La represión en torno al movimiento es-
tudiantil mexicano de 1968 también alcanzó
al profesor Ruy Mauro Marini, quien en 1968
impartía, en el Centro de Estudios Latinoame-
ricanos de la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM, un curso en el que se exponía la teo-
ría y el método marxista que había despertado
un enorme interés entre alumnos de diferentes
facultades, no sólo del ámbito de las humani-
dades, sino incluso entre alumnos del área de
las ciencias exactas y naturales.29
El interés y la concurrencia habían sido
tales que el profesor había terminado por or-
ganizar un seminario de lectura de El Capital
que se llevaba a cabo todos los sábados por la
mañana en su propia casa con la participación de
estudiantes y profesores jóvenes de El Colegio
de México y de la UNAM.
En mayo de 1968 Ruy Mauro Marini en-
vió una colaboración al periódico El Día en la
que exponía un análisis sobre el movimiento
estudiantil brasileño que, como señalamos, se
encontraba en un punto climático. No obstante,
por razones que éste nunca pudo conocer, el
artículo fue publicado hasta el mes de agosto,
es decir, poco después de que estallara la mo-
vilización estudiantil en la ciudad de México,
lo que le generó serias dicultades políticas en
el país, al grado de considerar que su situación
en México se había tornado “insostenible”.
Inútilmente conseguí una carta del periódico, en la
cual éste asumía la responsabilidad por la infeliz
coincidencia. El hecho -sumado a mis antecedentes
políticos, mi actividad docente y una conferencia
pública, en el Colegio, sobre la cuestión estudiantil
latinoamericana- hizo pesado el ambiente que me
rodeaba, hasta en mi casa (que pasó a ser vigilada
y a sufrir censura telefónica); en el órgano de la
Secretaría de Gobernación, encargado del control
de los asilados, recibí un trato francamente hostil.
Cuando, en octubre, tuvo lugar la represión guber-
namental, con la masacre de Tlatelolco, mi situación
se tornó insostenible.
Ruy Mauro consiguió entrevistarse con el sub-
secretario de Gobernación quien “fría y cortés-
mente” le dio la versión ocial de lo que sucedía
en México: los buenos muchachos mexicanos
habían sido envenenados por agitadores extran-
jeros y se habían vuelto contra su país.
118
Daniela Morales Muñoz
Dicere • 6 (julio-diciembre 2024) • ISSN 2954-369X • DOI: https://doi.org/10.35830/dc.vi6.79
…en el entender del gobierno, yo era uno de los
principales responsables por lo que sucediera. Me
pareció inútil argumentar y me limité a indagar si eso
signicaba que el gobierno quería que yo abandona-
ra el país. -Usted está bajo la protección del gobierno
de México; sin embargo, éste consideraría su partida
como un gesto de colaboración para que las cosas se
normalicen, me respondió, con inalterable cortesía.
—Muy bien. ¿De qué plazo dispongo?, pregunté.
¿Cómo?, ¿plazo? Usted tomó una decisión, nadie
lo está expulsando, fue la respuesta.30
En lo que analizaba las opciones para encon-
trar un nuevo país de asilo, Ruy Mauro Marini
intentó demostrar en la práctica su intención
de cumplir el acuerdo de abandonar el país.
Renunció a su cargo como educador en el Cen-
tro Regional de Construcciones Escolares para
América Latina (CONESCAL), limitó sus acti-
vidades en el Colegio de México y se alejó de
la UNAM. Tiempo después, como expone en
sus memorias, se enteraría de que la Secretaría
de Gobernación había instruido por escrito a
dichas instituciones en el sentido de evitar su
relación con los estudiantes.
Cuando Ruy Mauro optó por trasladarse a
Argelia vía Francia, el gobierno mexicano le
negó la autorización de salida.
Hablando con la misma autoridad de Gobernación,
ésta justicó la negativa debido al acuerdo exis-
tente con la dictadura brasileña, en el sentido de
impedir mi viaje a centros de reunión de exiliados
—lo que descartaba, también, Francia, Uruguay y
Chile— salvo que, renunciando al asilo, yo liberara
al gobierno mexicano de cualquier responsabilidad
sobre mis actos. Y fue lo que terminaría haciendo.
Finalmente, en noviembre de 1969 Ruy Mauro
Marini renunció al asilo político en México y se
trasladó a Chile, logrando ingresar a dicho terri-
torio gracias a la gestión que habían realizado en
su favor amigos brasileños que ahí le esperaban,
en particular, Theotonio dos Santos y Vania
Bambirra. También habían intercedido por él
políticos chilenos, como el entonces senador
Salvador Allende y la Federación de Estudiantes
de la Universidad de Concepción, donde incluso
le ofrecieron una plaza de profesor titular en el
Instituto Central de Sociología a donde fue a
trabajar en los inicios de su segundo exilio.31
Pocos meses después de la masacre en Tla-
telolco, en enero de 1969, la embajada mexicana
en Río de Janeiro recibió una inquietante soli-
citud de asilo. Se trataba de un joven estudiante
brasileño que había sido recién liberado luego
de haber pasado 53 días en prisión. Había sido
detenido el 26 de julio de 1968 en São Paulo
en una manifestación estudiantil de apoyo a los
obreros huelguistas de Osasco y procesado por
violaciones a la Ley de Seguridad Nacional.
Su liberación se había logrado a través de un
habeas corpus, pero temía ser reaprehendido
tras la suspensión de garantías individuales de-
cretada en el AI-5.
Antes de solicitar asilo en la embajada de
México, Marcelo Abramo había recorrido las
embajadas de Chile y de Uruguay, donde no
solo habían rechazado su solicitud, sino que
en la última lo habían amenazado con llamar a
la policía si no se retiraba del lugar. Su tercera
opción fue la embajada de México, donde el
embajador, Vicente Sánchez Gavito, en cum
-
plimiento de la política de equilibrio instruida
por el presidente Díaz Ordaz: de cuidar el pres-
tigio de México en materia de asilo al mismo
tiempo que debía evitar entrar en conicto con
el gobierno militar, le pidió esperar un mes para
otorgarle la protección, argumentando que en ese
momento los militares estaban resentidos por el
asilo que la embajada mexicana había concedido
recientemente a un diputado y un periodista.
El embajador dijo sí, sí lo recibo, pero no ahorita,
véngase dentro de un mes. Porque a la embajada
mexicana en ese momento acababan de entrar dos
personas que eran conocidas e importantes: el dipu-
tado Hermano Alves, que había hecho un tremendo e
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incendiario discurso en el Congreso, y el periodista
Edmundo Moniz, trotskista, que era bastante crítico
en sus artículos […] entonces el embajador, con
razón, me pidió: espérese tantito, véngase el mes
que entra, porque necesitaba un poco de tiempo
para que no fuera tan duro el golpe para el gobierno
mexicano tener que aceptar tres (asilados) así, de
un jalón, y uno de ellos estudiante.32
De acuerdo con el testimonio de Marcelo Abra-
mo, además de querer evitar conictos con el
gobierno militar, el embajador Sánchez Gavito
también se había referido a lo problemático que
en aquel contexto podría resultar para el go-
bierno de México asilar a un estudiante. “Dijo:
miren, tengo ese problema de que acaban de
entrar (a la embajada) dos personajes conoci-
dos, famosos, y el siguiente (en entrar) es un
estudiante, y resulta que tuvimos un problema
serio con estudiantes el año pasado.”
Ese problema “serio”, desde luego, había
sido la masacre de estudiantes y población ci-
vil que el gobierno de Díaz Ordaz ordenó el 2
de octubre en Tlatelolco, así como la serie de
violaciones graves a los derechos humanos que
se cometieron en aquel contexto.
Fue hasta marzo de 1969 cuando Marcelo
Abramo fue asilado en la embajada mexicana.
El embajador tuvo la cautela de registrarlo como
“artesano” para evitar suspicacias, esta vez, por
parte del propio gobierno mexicano.
En la primera entrevista que Abramo sostu-
vo con el subdirector de Población, Domínguez
Loyo, fue advertido de las limitaciones políticas
que tendría en México. “Me dijeron: bienveni-
do, usted puede estudiar, trabajar, usted puede
hacer lo que quiera, menos meterse en política;
no se meta en política para nada, y no me metí
en política para nada […]. En ese sentido, el
exilio para él también signicó la mutilación de
la posibilidad de tener una actividad política.
“Hubo una necesidad, ahí, de cortar raíces […]
la política podía ser importante, pero a nivel de
información, más que nada, no a nivel de parti-
cipación […] aprendí a no meterme en política
a riesgo de mi vida, por lo menos a riesgo de la
vida que yo construí en este país.” 33
Entre las recomendaciones que Abramo reci-
bió aquél día en Gobernación también se incluyó
la de evitar entrar en contacto con los asilados
brasileños que ya se habían establecido en
México: “tenían como la consigna de no fomentar
que los asilados hicieran trabajo político”.
Efectivamente, en México los asilados bra-
sileños pudieron trabajar, estudiar y cubrir sus
necesidades básicas, pero al mismo tiempo, las
condiciones políticas del asilo limitaron sus
posibilidades de lucha en un contexto de repre-
sión generalizada en el continente que, como
se expuso aquí, llegó a afectarlos incluso en su
país de asilo.
Consideraciones nales
Si entendemos al exilio como un mecanismo
de exclusión política, es preciso preguntar ¿con
qué frecuencia los países de asilo han cumplido
la función de neutralizar políticamente a los
activistas políticos? Y ¿en qué medida fue así
en el contexto geopolítico de Guerra Fría, en el
que países como México y Brasil compartían
las “preocupaciones hemisféricas” dictadas por
la Doctrina de Seguridad Nacional?
Por otro lado, las experiencias expuestas en
este texto nos permiten ver con nitidez ese “do-
ble rostro” que caracterizó al régimen político
mexicano, particularmente durante la segunda
mitad del siglo XX que, al mismo tiempo que
abría las puertas a los “perseguidos políticos
del mundo” desplegaba una violencia política
interna de la que no pudieron evadirse, incluso,
los propios asilados políticos.
Lo anterior conduce a preguntarnos por
un tema poco abordado en la historiografía del
exilio relacionado con las condiciones políticas
del asilo en México. Las experiencias del exi-
lio brasileño a las que hemos hecho referencia
nos muestran cómo un país de asilo puede a la
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Daniela Morales Muñoz
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vez convertirse en un territorio de violencia y
neutralizador de la actividad política y, por lo
tanto, perpetrador de la violencia que signica
el exilio como mecanismo de exclusión.
Citas
1 Allier y Mussotti, “Un corto viaje. Exilio de activistas
del ’68 mexicano”.
2
Yankelevich, “Los rostros de Jano: vigilancia y con-
trol de los exiliados latinoamericanos en México (1960-
1980)”, pp. 125-157.
3
Yankelevich, “Los rostros de Jano: vigilancia y con-
trol de los exiliados latinoamericanos en México (1960-
1980)”, pp. 125-157.
4
Aguayo, El 68. Los Estudiantes, el Presidente y la CIA.
5 Appel, Marco, “El 68 y el ´drama exagerado´ de los
medios europeos, Revista Proceso, https://www.proceso.
com.mx/europafocus/2018/10/2/el-68-el-drama-exagera-
do-de-los-medios-europeos-213075.html [Consultado el
3 de noviembre de 2023]
6
Diseñada en el contexto de la Guerra Fría por el Consejo
de Seguridad Nacional de Estados Unidos, la Doctrina
de Seguridad Nacional fue pensada como una fórmula
para lograr la contención del comunismo internacional,
fue propagada en Brasil a través de la Escola Superior de
Guerra. En la perspectiva de esa Doctrina, los ejércitos
nacionales de los países subdesarrollados alineados al
bloque capitalista deberían, primordialmente, evitar la
inltración comunista en sus países en una lógica en la
que la frontera a ser defendida no era más geográca
sino ideológica y el enemigo interno podría ser cualquier
ciudadano simpatizante o militante del comunismo. Napo-
litano, 1964: historia do regime militar brasileiro, p. 70.
7 Fueron un conjunto de reformas constitucionales que
buscaban disminuir la dependencia de la economía bra-
sileña de los intereses internacionales y abrir paso a un
desarrollo nacional que permitiera disminuir las históri-
cas desigualdades sociales y regionales que arrastraba el
país. Ver: Corbisier, “Lógica e cronología das reformas”,
pp. 147-173.
8 Rollemberg, Exílio: entre raícez e radares.
9 Morales, El exilio brasileño en México durante la dic-
tadura militar, 1964-1979.
10
Morales, El exilio brasileño en México durante la dic-
tadura militar, 1964-1979, p. 109.
11
“Diez asilados más de Brasil hacia México”. Excélsior,
ciudad de México, 26 de mayo de 1964. Y “Llegan a
México diez asilados brasileños”, Excélsior, ciudad de
México, 29 de mayo de 1964.
12 Sobre el tema ver, el libro de Yankelevich, ¿Deseables
o inconvenientes? Las fronteras de la extranjería en el
México posrevolucionario.
13 Sobre esta y otra publicación de los exiliados brasileños
ver: Morales Muñoz, D. (2020). Resistencia y censura
en el exilio. Publicaciones de los brasileños asilados en
México en la década de los sesenta. Revista De La Red
Intercátedras De Historia De América Latina Contempo-
ránea, (13), 71-98. Recuperado a partir de https://revistas.
unc.edu.ar/index.php/RIHALC/article/view/31654
14 Subsecretaría de Relaciones Exteriores a Secretaría
de Gobernación, Archivo Histórico de la Secretaría de
Relaciones Exteriores de México (AHSRE), exp. III-
2904-8 (II).
15 Ocio dirigido al secretario de Gobernación, México, D.F.
3 de junio de 1965, AHSRE, exp. III-2904-8 (III), f.125.
16
Boletín Informativo Cobem, Archivo Histórico de la
Secretaría de Relaciones Exteriores de México (AHSRE),
exp. III-2904-8 (II).
17 Gabino Fraga a Luis Echeverría, México, D.F., 21 de oc-
tubre de 1965, AHSRE, exp. III-2904-8 (III), .162-169.
18 Ruy Mauro Marini, “Los estudiantes y la vida política
en Brasil”, El Día, Testimonios y Documentos, México,
2 de agosto de 1968.
19 Entrevista con Maria Lucia Taylor por Daniela Morales
Muñoz, 23 de abril de 2014, Ciudad de México.
20
Entrevista realizada a Maria Lucia Taylor por Daniela
Morales Muñoz, 23 de abril de 2014, Ciudad de México.
21
Entrevista realizada a Maria Lucia Taylor por Daniela
Morales Muñoz, 23 de abril de 2014, Ciudad de México.
22
Entrevista realizada a Maria Lucia Taylor por Daniela
Morales Muñoz, 23 de abril de 2014, Ciudad de México.
23
Entrevista realizada a Maria Lucia Taylor por Daniela
Morales Muñoz, 23 de abril de 2014, Ciudad de México.
24 Maria Lucia Taylor llegó a México en marzo de 1968
con una beca de la OEA para realizar una maestría en
la UNAM. En 1970 los militares lanzaron una orden de
arresto contra ella.
121
El exilio brasileño y el 68…
Dicere • 6 (julio-diciembre 2024) • ISSN 2954-369X • DOI: https://doi.org/10.35830/dc.vi6.79
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y control de los exiliados latinoamericanos en México
(1960-1980). Revista del EIAL, vol. 30.1, Universidad
de Tel Aviv, 2019.
25
Entrevista realizada a Maria Lucia Taylor por Daniela
Morales Muñoz, 23 de abril de 2014, Ciudad de México.
26 Entrevista con Maria Lucia Taylor, Archivo de la Pa-
labra: PEL/1/B/5.
27
Entrevista con Carlos Eduardo Taylor, Archivo de la
Palabra: PEL/3/B/3
28
El habeas corpus es una gura jurídica cuya función es
para que el procesado responda a su proceso en libertad.
No tiene que estar arrestado pero el proceso continúa.
29
Ruy Mauro Marini, “Memoria” en Archivo personal
de Ruy Mauro Marini, traducción al español, Claudio
Colombani, le:///Users/danielamorales/Documents/
Temas%20Tesis/Expedientes%20personales/Ruy%20
Mauro%20Marini/Memoria%20Ruy%20Mauro%20
Marini%20_español.webarchive
30
Ruy Mauro Marini, “Memoria” en Archivo personal
de Ruy Mauro Marini, traducción al español, Claudio
Colombani, sitio Web: file:///Users/danielamorales/
Documents/Temas%20Tesis/Expedientes%20persona-
les/Ruy%20Mauro%20Marini/Memoria%20Ruy%20
Mauro%20Marini%20_español.webarchive
31
Ruy Mauro Marini, “Memoria” en Archivo personal
de Ruy Mauro Marini, traducción al español, Claudio
Colombani, le:///Users/danielamorales/Documents/
Temas%20Tesis/Expedientes%20personales/Ruy%20
Mauro%20Marini/Memoria%20Ruy%20Mauro%20
Marini%20_español.webarchive
32
Entrevista realizada a Marcelo Abramo por Daniela
Morales Muñoz, ciudad de México, 25 de septiembre
de 2014.
33 Entrevista realizada a Marcelo Abramo por Pablo
Yankelevich, ciudad de México, 24 de mayo de 1999,
Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de
Filosofía y Letras (en adelante UnAM-FFyL), Archivo
de la Palabra, Fondo Especial de la Biblioteca “Samuel
Ramos”, colección Memoria e Identidad: Política y Cul-
tura de Exilio, clasicación: PEL/1(B/1.
122
Revista de Humanidades, Ciencias Sociales y Artes
——— (2011), ¿Deseables o inconvenientes? Las
fronteras de la extranjería en el México posrevolucionario,
Bonilla Artigas Editores, Ciudad de México.
Documentales
Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exte-
riores de México (AHSRE)
Archivo General de la Nación, Fondo: Dirección Federal
de Seguridad (AGN-DFS)
Archivo personal de la profesora Josina Maria Albuquer-
que Lopes de Godoy.
Hemerografía
Excélsior
Testimoniales
Entrevista con Maria Lucia Taylor por Daniela Morales
Muñoz, 23 de abril de 2014, Ciudad de México.
Entrevista realizada a Marcelo Abramo por Daniela Mora-
les Muñoz, ciudad de México, 25 de septiembre de 2014.
Archivo de la Palabra, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Archivo personal de Ruy Mauro Marini consultado en:
https://marini-escritos.unam.mx/