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Revista de Humanidades, Ciencias Sociales y Artes
Orépani García Rodríguez
Facultad de Historia
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Cómo citar este artículo: Orépani García Rodríguez, “Transformación cultural, urbanismo y arquitectura en
la evangelización agustina de Michoacán, siglo XVI”, en Dicere, núm. 5 (enero-junio 2024), pp. 17-35.
Recibido: 6 de julio de 2023 • Aprobado: 22 de agosto de 2023
Resumen
Los movimientos demográcos, un plantea-
miento urbanístico claro y la arquitectura, se
conformaron en herramientas fundamentales
dentro del proceso de trasformación cultural
de la población indígena implementado por los
agustinos y su proyecto, en la evangelización de
Michoacán en el siglo XVI. La creación de un
espacio urbano creado y/o acondicionado sig-
nicó un planteamiento central de construcción
integral de la nueva sociedad colonial; el obje-
tivo, modelar de forma denitiva la identidad
de la población autóctona, integrándola al nue-
vo orden social occidental como un individuo
ideologizado, productivo y pacíco.
Palabras clave: evangelización, arquitectura, ur-
banización, transformación cultural, demografía
Abstract
Demographic movements, a clear urban
approach and architecture, became fundamental
tools within the process of cultural transforma-
tion of the indigenous population implemented
by the Augustinians and their project, in the
evangelization of Michoacan in the 16th cen-
tury. The creation of an urban space created
and/or conditioned meant a central approach
to the integral construction of the new colonial
society; the objective, to denitively model the
identity of the autochthonous population, inte-
grating it into the new western social order as an
ideologized, productive and peaceful individual.
Keywords: evangelization, architecture, urba-
nization, cultural transformation, demography
Revista de Humanidades, Ciencias Sociales y Artes
Dicere • 5 (enero-junio 2024) • ISSN 2954-369X • DOI: https://doi.org/10.35830/dc.vi5.68
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Introducción
En el marco de la denominada conquista del
continente americano, la incorporación de sus
habitantes al cristianismo y a la nueva sociedad
colonial, fue una de las directrices en las que
se fundamentó la expansión española. En este
sentido, las distintas instituciones civiles o re-
ligiosas se incorporaron al proceso ecuménico
de absorción y culturización de las sociedades
originales desde diferentes ángulos, actividades
o visiones; así mismo, cada grupo humano o
región representó un reto diferente ya que el
continente se caracterizaba por ser un mosaico
lleno de diferencias en cuanto a lenguas, cos-
tumbres, religión; inclusive la ubicación geo-
gráca particularizó los distintos mecanismos
con los que se iba materializando la formación
de la nueva sociedad colonial.
Con la conquista y colonización el indígena
asimiló una cultura nueva, fue persuadido y
obligado a olvidar muchas de sus creencias y
costumbres, fue necesario transformar su con-
ciencia con métodos que comprendieron desde
la más inhumana violencia, hasta mecanismos
complejos de persuasión. El resultado, que el
autóctono poblador americano terminó trans-
formado en un habitante marginal en su tierra,
la que acababa de ser incorporada al hemisferio
cultural denominado occidental.
La actuación de la orden agustina en el pro-
ceso de evangelización en Michoacán se suscri-
be en los grandes procesos e incorporación del
continente (y por ende de Michoacán) al nuevo
orden mundial, distribución internacional del
trabajo, acumulación de capital y la consecuen-
te anexión cultural de la población continental
a partir del siglo XVI; en este sentido, hegemo-
nía, transformación cultural, construcción de
identidad, incorporación productiva se cons
-
tituyen en herramientas categoriales básicas
para este trabajo.
Crear un nuevo orden positivo
Es muy amplia la gama de mecanismos, proce
-
sos, métodos, acciones en general que coadyu-
varon en la construcción de la nueva sociedad
colonial, todo el proceso buscó incluir al pobla-
dor originario en una condición positiva para
el proyecto metropolitano, es decir, pacíco y
productivo. Sin duda, se trata de cerrar la pinza
entre mecanismos consensuales por un lado, y
coercitivos y coactivos por otro; desde el más
puro sentido gramsciano se trató del estableci-
miento de una hegemonía.1
La conquista es un acto de coacción, enten-
dida como la fuerza o violencia que se hace a al-
guien (extensivo a un grupo humano) para obli-
garlo a cambiar, en este parámetro se encuentra
la caída de los aztecas y la gran Tenochtitlán.
Lo anterior implica, la desaparición de la punta
estamental de la antigua sociedad y su inmediata
sustitución. En este escenario, inmediatamente
después del acontecimiento bélico, la siguiente
etapa de edicación social implica la absorción
de una sociedad prácticamente quebrada sin más
opción que asumir los dictámenes de la nueva
punta de la pirámide social.
En el caso de Michoacán y el señorío ta-
rasco, el proceso por el cual se anexó el terri-
torio y su población a la ecúmene occidental
del mercado noratlántico fue diferente al del
México azteca. En este caso, no fue por la vía
armada directa, lo cual conlleva otra conno-
tación y otras implicaciones; es decir, la ane-
xión de Michoacán la podemos circunscribir
en la categoría de coerción entendida como la
presión ejercida por alguien (persona o grupo
social) para forzar la voluntad o conducta de
otro. En Michoacán, más que conquista hubo
una inmediata y no bélica (mas no pacíca)
anexión; el Cazonci Tzintzicha Tanganxoan, a
la sazón gobernante tarasco, aceptó por la ruta
del temor, la incondicional rendición.2 En 1525,
en uno de sus viajes a la ciudad de México el
Cazonci adoptó la religión cristiana y fue bau-
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tizado con el nombre de Francisco; asimismo,
pidió a fray Martín de Valencia, superior de los
franciscanos en México, que “…le diese uno
de sus compañeros para que enseñase la ley de
Dios a sus vasallos naturales de Michoacán”.3
Ante este escenario de incorporación no
militar del territorio michoacano y su pobla-
ción, cobran especial relevancia los mecanismos
consensuales de implementación hegemónica,
los cuales completan la labor de transforma
-
ción conductual de la población, ya en sí mis-
ma predispuesta, en muchos sentidos, a aceptar
la nueva pirámide social y a los cambios que
presuponen, como lo demuestra la vistita de
Antonio de Carvajal, enviado de Hernán Cortés,
para inspeccionar la región y quien “…intentó
sacar a los indios de su idolatría y sacricios
por medio de razones y buenos tratos”.4 Todo
parece indicar la inicial buena aceptación de la
población indígena a los extranjeros conquista-
dores, lo cual sin duda promueve la ruta de la
implementación de esta clase de mecanismos
de incorporación; la relación de Sirándaro nos
ejemplica de la siguiente manera: “…cuan-
do vieron venir al dicho Carvajal, le salieron
a recibir de paz (los indígenas), con comidas,
aves, pescado, maíz y frutas que tenían, y lo
necesario, y aquel les puso una cruz”.5
Las herramientas
El abanico instrumental de mecanismos orien-
tados a la trasformación cultural se articula a
un elemento o acción central denitiva y de-
nitoria: la evangelización; es decir, todos los
elementos que en su conjunto constituyen el
constructo identitario denominado cultura se
enfocaron y participaron directa o indirectamen-
te del proceso de evangelización. La evangeli-
zación se constituyó en el elemento troncal de
la transformación cultural; y a partir de ahí, en
espiral dinámica y dialéctica, los demás elemen-
tos culturales fueron más fácilmente asimilados,
aceptados e incorporados.
6
En su conjunto se
trata del establecimiento de la superestructura
social colonial, en otras palabras: hegemonía.
Múltiples fueron las herramientas usadas
en el proceso de evangelización: la educación
evangélica directa por medio de doctrinas o
catecismos, la educación laboral en ocios, el
uso didáctico de las artes en general, la educa-
ción en alguna disciplina artística, entre mu-
chas otras. Dentro de la diversidad que en su
conjunto suman en la construcción de la nueva
identidad social, un aspecto poco señalado es
el uso de la arquitectura, el urbanismo y el des
-
plazamiento demográco en este proceso de
absorción cultural de la población autóctona y
por lo tanto la utilización del espacio creado,
y/o acondicionado, en función de este proceso.
La colonización cultural presupuso también el
levantamiento de un nuevo escenario, de un
nuevo paisaje, de la conformación de una nueva
cultura visual. Se trató de la construcción del
espacio propicio, incluso condicionante a favor
de la transformación cultural.
A modo de prolegómeno, podemos indicar
que el urbanismo y la arquitectura son mani-
festaciones culturales que, en su proyección,
evidencia las perspectivas, necesidades y pre-
tensiones de sus creadores, se trata de un hecho
cultural heredero indefectible de un condiciona-
miento histórico, por lo cual, reeja claramente
su procedencia cultural.
La arquitectura y el emplazamiento ur-
bano son creados para el uso, desarrollan una
comunicación imperativa, obligan a vivir de
una manera determinada, tienen además de una
funcionalidad básica de uso, una funcionalidad
social que responde a los intereses y gustos de
quien la realiza. Pero hay que recordar que la
arquitectura es arte, y como tal, es persuasiva
y metalingüística.
El cambio urbanístico y de paisaje arqui-
tectónico presuponen una fuerte impresión
en la conciencia indígena, que naturalmente
coadyuvaron de forma muy importante en el
proceso de evangelización. El cambio de en-
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torno y la construcción de edicios diferentes
a los conocidos por la población, facilitaba la
evangelización a través del impacto visual y el
olvido o sustitución de su realidad prehispáni-
ca. Los edicios tenían funciones transforma-
doras de conciencia, en primer lugar: iglesias;
además, hospitales, obras hidráulicas, puentes,
etcétera; todas terminaban, en su conjunto, se-
duciendo la conciencia religiosa del poblador
original, normando su conducta, su actuar.
La población indígena, con la ayuda del cambio
de entorno, terminó evangelizada, integrada
en nuevas relaciones laborales, aceptando una
nueva estraticación social. La arquitectura se
constituyó en una herramienta positiva de con-
vencimiento y la sociedad terminó remodelada
integralmente: “La misma edicación de los
conventos respondió a una concepción misional;
y su estructura y dependencias, al igual que
la organización económica de su comunidad,
estaban ordenadas a ese n”.7
Los agustinos
En la conquista, colonización y culturización
de la población autóctona, varias instituciones
españolas se vieron involucradas; no obstan-
te, sus métodos y prioridades muchas veces
fueron diferentes.
Los agustinos fueron la segunda orden lle-
gada a Michoacán en el siglo XVI,8 se incor-
poraron a los trabajos de evangelización poco
después que los franciscanos, en su capítulo
celebrado en México en 1537, determinaron “…
emprender la evangelización de Tierra Caliente,
pues hallaron que ésta era una de las regiones
más olvidadas…”
9
En este contexto, el enco-
mendero de Tiripetío Juan de Alvarado, tío del
recién profeso fray Diego de Chávez, “…ofreció
su encomienda -cuyas aldeas y visitas llegaban
hasta Tierra Caliente- para que desde ahí los
misioneros pudieran iniciar la evangelización
de la zona”.10 Así pues los agustinos se suman a
la marcha ecuménica de incorporación, no obs-
tante lo hicieron con una visión y metodología
propia y desarrollando sus propias dinámicas
en el proceso.11
Los hiponenses tienen claridad que el éxito
de su asentamiento e intervención depende de la
eciente transformación de conciencias: “…era
preciso apagarles aquella natural braveza con
que se habían criado; para que, introducida la
mansedumbre, asentase sobre la docilidad del
cristiano carácter, convirtiéndolos de lobos car-
niceros en mansos corderos del redil del pastor
divino...”12 Para los agustinos, la predicación no
solo se refería a la enseñanza de “…verdades
contenidas en los Evangelios…”, también impli-
caba educar en “…virtudes y criterios a quienes
tenían otras realidades y valores…”13 Se trató
de un proyecto integral y a profundidad, para lo
cual su programa se fundó en el establecimiento
de una renovada condición de reordenamiento
urbano, poblacional y arquitectónico puesto en
práctica en sus fundaciones.
Tiripetío
El primer asentamiento agustino en Michoacán
fue en Tiripetío. Al llegar los religiosos a esta
población en 1538, se instalaron temporalmente
en la casa del encomendero Juan de Alvarado
hasta que determinaron hacer su iglesia y con-
vento, obras en las que el encomendero colaboró
con entusiasmo.14 La encomienda de Tiripetío
era muy extensa y de alta densidad poblacional;
tan sólo “...en la cabecera había más de cinco
mil vecinos, y tenía muchas visitas tres leguas
de contorno...”15
Al paso de los años, los agustinos en Tiripetío
desarrollaron un proyecto de transformación social
muy completo, donde estuvo incluido la evan-
gelización y adoctrinamiento de la población en
general, la educación para niños, la urbanización
y buena policía,
16
y la organización productiva.
El priorato, y por ende el convento, se convirtió
en un centro de doctrina, del que dependían una
serie de poblados menores llamados visitas.17
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La urbanización en Tiripetío
La adaptación del medio urbano fue un aspecto
que se consideró esencial en el proceso de cam-
bio cultural, era necesario adaptar al indio a una
forma de vida ordenada dentro de los cánones
europeos, no solamente era la fe y el trabajo,
también era importante la apariencia física y
funcionalidad del poblado o buena policía, lo
cual debía impactar en una cotidianidad orga-
nizada, pacíca, sana y próspera.
La disposición urbana de las poblaciones
indígenas menores era, en gran medida, anár-
quica;
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el establecimiento de la casa habitación
de una familia dependía de necesidades muy
concretas y muy particulares, por lo cual era di-
fícil encontrar conglomerados urbanos, pues los
barrios estaban constituidos por asentamientos
humanos dispersos, ante lo cual, los hiponenses
realizaron en Tiripetío, y después en las demás
poblaciones que fundaron en Michoacán, un tra-
bajo de trazado y reacomodo de la población.19
La urbanización se constituyó en sí misma en una
poderosa herramienta de transformación cultural,
de construcción de una nueva sociedad, “…se
pensó en un sitio seguro y agradable, pero sobre
todo, que permitiera llevar a cabo la traza de una
población que diera inicio a una nueva forma de
vida para los indios de Tiripetío”.
20
De inmediato
tenemos un planteamiento de transformar la for-
ma de vida cotidiana refundando a la comunidad
bajo un esquema de orden en conglomerados
urbanos que facilitan el control:
Ya queda claro dicho el cuidado que tuvieron aque-
llos grandes ministros en reducir a pueblos aquella
multitud, que bárbaramente
21
vivía desparramada
en las breñas, y en la sierra. Tan ciega la razón, que
ni aún para esto, que tan natural es a los hombres,
de vivir en Repúblicas, no les alumbraba, y por la
diligencia de nuestros primeros ministros estaban ya
todos en estos tiempos reducidos a pueblos tan bien
fundados y en tan buena planta, que todos parecían
estampa de la gran ciudad de México…22
El pueblo de Tiripetío fue trazado de acuerdo
a los cánones renacentistas: plaza central, ca-
lles rectas y yuxtapuestas en cuadrícula que
formaban manzanas;23 dos calles principales
se cruzaban en forma de cruz griega, con la
nalidad de formar cuatro barrios, en función
de esto “...a cada familia señalaron su sitio y les
pusieron a construir su casa”.
24
En muy poco
tiempo, los agustinos lograron transformar a una
comunidad dispersa en un pueblo compacto:
“Este pueblo de Tiripetío está sentado en un
loma que corre de oriente a poniente, y, ansí,
las calles y casas van a la larga por el propio
rumbo; de manera que, desde las primeras casas
que están a oriente, hasta las postreras que están
al occidente, hay más de mil pasos tolomeos.25
Algunas casas caen en el llano, debajo de la
loma hasta llegar a una ciénega, que empieza
desde estas casas o calles bajas que caen en el
llano”.
26
El asentamiento se ubicó “…al norte
del poblado actual y unas pocas casas en el
área que rodeaba al convento, en las orillas de
la ciénega. Este sitio permitiría al nuevo pueblo
acercarse a los patrones europeos, además de
que lo ponía en medio del camino real que iba
entre México y Pátzcuaro”.27
La colonización logró compactar a la po-
blación indígena. En 1573 queda claro que la
dispersión poblacional encontrada por los es-
pañoles a su llegada había sido sustituida por
la lógica de congregar a la población en barrios
o pueblos.
28
En ese momento, Tiripetío tenía
“como mil e quinientos tributantes29 repartidos
en siete u ocho pueblos, el que más dista de la
cabecera es de dos leguas […] Residen en el
monasterio cuatro religiosos, los tres adminis-
tran en dicha lengua”.
30
Resulta relevante la
importancia que daban a la urbanización los
agustinos, en especial en el pueblo de Tiripetío,
esta preocupación se hace evidente en el retraso
de la fundación de Tacámbaro: “…y así para ir
a tomar posesión [a Tacámbaro], deseaban dar
n a lo que traían entre manos, que era la Doc-
trina de Tiripetío, y policía urbánica, en que se
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entretuvieron más que en otras partes, porque
aquella doctrina había de servir de ejemplar y
modelos para las demás Doctrinas”.31
Como se comentó, la reorganización de-
mográfica en entornos urbanos facilitó la
evangelización, en primer lugar, por aglutinar
la población para la administración de la fe;
además presupone cambiar el entorno en el cual
habían vivido los indígenas y con eso coadyuvar
en la sustitución y olvido de sus costumbres
religiosas; la nueva cotidianidad hizo ver a la
población indígena que su realidad y su entorno
social habían cambiado, y por lo tanto, se crea
una natural predisposición a aceptar ese cambio.
La arquitectura en Tiripetío
Con la ayuda del encomendero Juan de Alvara-
do,
32
los frailes fundaron un hospital y dirigie-
ron obras hidráulicas en el pueblo, pero fue el
convento con su iglesia la primera construcción
terminada (1540): “...se hizo con celdas tan
estrechas que después fue necesario construir
otro claustro un poco más grande. La iglesia
era de cal y canto, pero al interior era de ma-
dera, hecho todo en un lapso de diez años”.33
Para 1550,34 el pueblo de Tiripetío tenía la apa-
riencia que conservó, con muy pocos cambios,
durante todo el siglo XVI. La iglesia presen-
taba las siguientes características:
La iglesia es muy bien trazada. Tiene muy linda
portada, con muy lindos pilares y molduras curiosas;
tiene una torre, que sirve de campanario y reloj;
tiene, delante de la portería, un muy bueno y bien
trazado corredor, o danza de arcos de muy buena
piedra la maderazón de la iglesia es una de las más
galanas y curiosas que hay en esta tierra, y yo he vis-
to en España, de muy agraciadas pinturas y dorados
y talla. Tiene, delante de la puerta de la iglesia, un
grande y cuadrado patio, que sirve de cementerio,
cercado con dos cercad, como muro y antemuro
almenado. El antemuro, digamos, cae a la parte del
patio: es bajo, de una vara de alto, y, encima, sus
almenas. Habrá, del muro al antemuro, treinta pies
de ancho, que es por donde andan las procesiones
los días de esta principales. Este patio tiene tres
puertas una de las cuales, que es la frontera de la
puesta principal de la iglesia, tiene por delante la
plaza principal deste pueblo, que es muy grande y
cuadrada, y, en ella, una fuente ochavada con su
pila en medio, por donde corren seis caños de agua
muy dulce. Tráese esta agua de tres cuartos de legua
desde pueblo, por una acequia de encima de la tierra,
descubierta hasta entrar al pueblo y por el propio
pueblo hasta llegar cerca de la plaza en donde está
la fuente, y, allí, se encaña hasta la pila.35
Tiripetío como todos los pueblos agustinos con-
taron con hospital: “En el reino de Michoacán
se fundaron todos los conventos de nuestra
Orden con un santo estatuto: que arrimado a
las iglesias y a los conventos están edicados
hospitales, donde traen a todos los indios que
enferman, de cualquiera condición que sean,
y allí son curados…”36 Se trata de un espacio
físico en donde la comunidad indígena recibe
atención, esto en sí mismo presupone una acción
muy poderosa de convencimiento y persuasión,
fortalecida, además, con el actuar directo de los
responsables frailes agustinos, quienes “…la
mayor parte del día hechos hospitaleros y mé-
dicos: por orden suya se curan, por sus manos
comen y siempre les están haciendo compañía,
con el mismo amor que un padre hiciera a sus
hijos”.37 La conjugación de propósitos sociales,
sanitarios y de incorporación cultural quedan
de maniesto cuando se declara: “Allí están a
la mano (en los hospitales) para administrarles
los santos Sacramentos, y para todas estas obras
pías, que quedan dichas”.38
Tacámbaro
En el año de 1539 se fundó en Tacámbaro el
segundo convento agustino de Michoacán. Ubi-
cado al sur, frente a lo que se conoce como
Tierra Caliente, esta fundación fue el punto de
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partida y base para la evangelización de esa vas-
ta región. El asentamiento agustino en el pueblo
de Tacámbaro siguió los pasos y propósitos de
Tiripetío, Cristóbal de Oñate encomendero de
dicho pueblo y conociendo la labor evangélica
agustina en Tiripetío solicitó “…que comuni-
casen y entendiesen aquella caridad y luz del
Evangelio, a los de su Encomienda”,
39
con lo
que se abre la asistencia agustina en Tacámbaro
y a partir de este asentamiento la evangelización
de Tierra Caliente.
Al igual que en Tiripetío, los agustinos ini-
ciaron su labor evangélica acompañada de la
reestructuración urbana, sin duda, entienden la
consustancialidad o complementariedad de am-
bas acciones: evangelización y reorganización
urbana dentro del proceso de construcción de
la nueva sociedad y formación de los nuevos
incorporados; “…quedó Tacámbaro un paraíso,
en lo espiritual, como lo era en lo material de
sus huertas, porque con haberlos avecindado
en pueblo y metídolos en policía40 [aunque no
igual a la de Tiripetío en ocios mecánicos]
como el común de la gente es dócil, quedó
muy bien plantada la fe…”,41 resulta evidente
la vinculación entre el cambio en la forma de
vivir, ordenamiento urbano, nuevas costumbres
e implantación de la fe.
El convento de Tacámbaro se construyó
entre 1553 y 1557,42 sede agustina desde don-
de se avanzaba en la evangelización de Tierra
Caliente y paso a zonas mineras. Se trata de una
población pequeña y de alguna manera fronte-
riza, razón por la cual no era un asentamiento
muy desarrollado ni su convento de grandes
dimensiones. En unas diligencias hechas por el
corregidor de Capula, Juan Martínez Verduzco,
en 1589, con la nalidad de ver dos caballerías
de tierra, se realizó un mapa o pintura geográca
que da cuenta de un edicio encastillado de pie-
dra con la leyenda “pueblo de Tacámbaro”,
43
sin
duda se trata de una representación del conven-
to e iglesia de esta población, la construcción
“era toda de calicanto y sólidamente cimentada
sobre roca viva. Sin embargo, eran tantos los
terremotos del lugar, que paulatinamente fue-
ron agrietándose los muros, hasta que un día
de 1706, sobrevino el derrumbe total”.44 En la
pintura geográca mencionada no da referencia
alguna del ordenamiento urbano se trata de un
asentamiento y puesto de avanzada con poca
población, no obstante, se encuentra reticulada
con ciertas irregularidades marcadas por la dis-
paridad del terreno, los agustinos siempre pro-
curaron en todas sus fundaciones homologar el
trazo reticulado: “Todos los pueblos en cuadro
y todas las calles con salida…”45 Asimismo la
transformación llegaba necesariamente a la vida
privada, la cotidianidad y el espacio personal y
familiar: “…aunque las casas de los indios son
pequeñas, todas ellas con luces de ventanas,
cosa que ellos no usaban en su gentileza; por-
que el que más luz daba a su casa era por una
saetera que la dejaba a oscuras”.46
El proyecto económico y social fue de me-
nos alcance en esta población que en Tiripe-
tío, para 1573 contaba aproximadamente con
“ochocientos tributantes; está en encomienda de
don Fernando de Oñate; hablan lengua tarasca.
Residen en el monasterio dos sacerdotes…”47
Los agustinos comenzaron y desarrollaron
la evangelización de Tierra Caliente con la in-
tención de hacerlo lo más rápidamente posible,
en toda esta extendida región no dejaron obra
arquitectónica importante, en gran medida por
la poca cantidad y dispersión de la población,
por la falta de operarios, por ser una región
muy vasta, porque fundar algún convento en
algún lugar de esa región, signicaría atraso en
el proceso evangelizador del resto y, sin duda,
por no tener la intención de fundar reales de
forma denitiva en una región tan inhóspita y
pobre como era Tierra Caliente, lo cual queda
conrmado en el año de 1567, cuando el pro-
vincial agustino entregó la región evangelizada
al clero secular, con lo cual la orden se retira
de la región.
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Hasta el año de 1549, Michoacán contaba
con sólo dos conventos agustinos, Tiripetío y
Tacámbaro. A partir de ese año y hasta 1554,
se desarrolló una ola fundacional en regiones
más prósperas de la provincia.
48
Los conventos
construidos en este periodo fueron de los más
suntuosos levantados en Michoacán durante el
siglo XVI, tres destacan por sus dimensiones:
Yuririapúndaro, Cuitzeo y Guayangareo.
Yuririapúndaro
En el caso de la población de Yuririapúndaro su
intervención inicial siguió el modelo de urbani-
zación agustino ya descrito y analizado: “Luego
que llegó nuestro Venerable Chávez al lugar
donde hoy se halla el pueblo de Yuririapúndaro,
trató de poner en forma de República a aquella
muchedumbre, para lo cual abrió calles, dilató
plaza, señaló los ejidos, y todo lo demás de que
necesita una bien ordenada comunidad”.49
En cuanto a la propuesta arquitectónica
debemos decir que el convento de Yuririapún-
daro es el de mayores dimensiones, se mandó
construir por orden de fray Diego de Chávez
quien ya había estado a cargo de la construcción
del convento de Tiripetío, pero en la obra de
Yuririapúndaro se hizo ayudar de un alarife es-
pañol de nombre don Pedro del Toro.50 La obra
se terminó alrededor de 1560, con participación
de la población autóctona a gran escala, por la
relación de Yuririapúndaro, escrita en 1580, se
deduce que la construcción causó una sensible
disminución de la población: “Tiene novecien-
tos indios tributarios; solía tener siete y ocho
mil, y, por edicios que se han hecho en el dicho
pueblo, en un monasterio de religiosos que tiene
la Orden de Santo Agustín, y por enfermedades,
han venido en esta disminución”.51
Además, toda esa región vivió una impor-
tante disminución de la población también por
otras causas en la segunda mitad del siglo XVI,
entre ellas enfermedades y la inseguridad cau-
sada por las tribus chichimecas.
52
Uno de los
problemas que más preocupó a las autoridades
novohispanas a mediados del siglo XVI fue la
cantidad de indígenas chichimecas que asolaban
los caminos y las poblaciones aisladas, desde
Michoacán hasta Zacatecas.53
Las dimensiones del convento e iglesia de
Yuririapúndaro causaban asombro, inclusive
antes de ser terminadas: El virrey, Don Luis de
Velasco, mandó llamar a fray Diego de Chá-
vez para decirle que estaba informado: “...de
que había comenzado en Yuririapúndaro una
obra inacabable: Padre, mejor será, que haga
un edicio moderado, y de poca costa, y tiem-
po: a lo cual respondió el Padre fray Diego de
Chávez con tanta humildad, compostura, y con
tantas vivas, y ecaces razones, que no sólo no
le prohibió, el virrey, la obra del edicio sino
que de nuevo le dio ayuda para ella...”54 Sobre
las dimensiones y magnicencia del templo
y convento de Yuririapúndaro, fray Matías de
Escobar escribió en su Americana Thebaida:
Sólo visto este gran templo del sol Pablo, este
convento del sol Agustino, se podrá conocer cuan
semejante es el templo de Yuririapúndaro, al que
describió del sol Ovidio.
Esta singular fábrica fue parto del magnánimo
vientre de nuestro padre e ilustrísimo príncipe fray
Diego de Chávez y Alvarado [...] Tan grande y mag-
níca obra es ésta, tanto la celebran los historiadores,
que arma el cronista Rea, puede competir en su
grandeza y tamaños con los más soberbios edicios
de Italia.
Con esta gran fábrica les quitó la singularidad
en la Asia al célebre templo de Diana, en el África
al sepulcro de Mausoleo, y en nuestra Europa al
alabado Escorial, pues si no los excede, al menos
les priva de la singularidad de que blasonaban so-
berbios, teniendo en menos a nuestra América. Pero
ya con la fábrica de Yuririapúndaro, puede igualarse
con las otras tres partes del universo. Con adverten-
cia, que es más singular la América en esta obra,
que las otras partes del mundo en las suyas, pues en
25
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aquellas obró el poder y la riqueza para sus fábricas,
y en ésta la cortedad y la pobreza.55
Pareciera extraño que fray Diego de Chávez
haya logrado convencer al virrey de la impor-
tancia de hacer una construcción de tan grandes
dimensiones, más aún cuando Luis de Velasco
se quejaba en 1554 por los costos de la catedral
de México,56 con mayor razón por una iglesia y
convento en una comunidad de mucho menor
importancia;
57
el argumento esgrimido fue la
amenaza chichimeca en la zona.58 El resulta-
do fue un edicio de características defensi-
vo-militares: “Así ni más ni menos fue nuestro
convento de Yuririapúndaro en lo primitivo.
En lo interior una pacíca Jerusalén, pero en el
exterior, era todo un formidable castillo desde
adonde se defendían de los chichimecos los
naturales de este pueblo”.59 La construcción
de este convento fue uno de los grandes méri-
tos recordados y reconocidos a fray diego de
Chávez: “En el culto, y en los edicios de los
conventos fue de tan grande corazón como lo
testica el convento de Yuririapúndaro, que que-
dó como trofeo de su magnanimidad. Porque
es sin duda el edicio más soberbio que hay
en este reino, y puede competir con los más
famosos del mundo”.60
El convento e iglesia de Yuririapúndaro
fue el resultado de una solución práctica a un
problema concreto, fue la simbiosis, la compe-
netración y la síntesis de los proyectos huma-
nista y alienatorio, en esta obra arquitectónica
podemos encontrar elementos creados para ser
usados en la evangelización, hechos para procu-
rar la atención y atracción del indígena, como
la existencia de capilla abierta y ornamentación
exterior y, sin embargo, es un conjunto de gran
altura, amurallado y con atalayas.61
El convento e iglesia de Yuririapúndaro
es la concreción de un proyecto en el cual se
trataba de incorporar al indio, pero al mismo
tiempo, en caso de ser necesario, era un bastión
contra él, o contra los grupos no pacicados.
Este conjunto arquitectónico nos aclara que la
orden agustina no tenía intenciones de crear
mártires en el desarrollo de su labor apostólica
en Nueva España; al respecto Manuel Toussaint
nos indica: “El templo de Yuriria es de una for-
taleza extraordinaria y se sabe que varias veces
sirvió de refugio, no sólo a los frailes, sino a
los habitantes todos del pueblo, para resistir los
ataques de los indios”.62 Por su altura y fuerza la
construcción agustina fue ecaz defensa contra
los ataques de los chichimecas de la región, que
según las fuentes eran continuos:
En uno de los muchos rebatos que dieron al pueblo,
se atrevieron a tanto, que llegaron a penetrar a las ca-
lles del lugar; los moradores, que pudieron, hicieron
como siempre, castillo del convento para defensa,
y aconteció que viendo un meco sobre la puerta del
costado un bulto de nuestro San Nicolás Tolentino
de piedra, lo juzgó viviente, y haciéndolo blanco de
sus saetas, arrojó con tanto ímpetu una echa, que
hizo su punta tanto hueco (como hasta hoy se ve)
como pudiera, y aún no pudiera una bala. Generosa
acción de nuestro San Nicolás, exponer su cuerpo a
las saetas, para librar a sus hijos, generosidad que
se cuenta de las águilas, cuando el cazador persigue
a sus polluelos.
Con la retirada al convento, viendo los indios
que a su altura no alcanzaban sus saetas, aunque
les pusieron más plumas para remontarlas, trataron
de retirarse con el robo, y con algunos cautivos y
cautivas [...]63
Muy interesante el planteamiento que signicó
el convento de Yuririapúndaro, puesto que plan-
tea una construcción que dispone elementos mi-
litares. Más allá de la imperiosa necesidad ante
la amenaza chichimeca, pone sobre la mesa una
reconsideración del ideario humanista agustino
sobre la incorporación pacíca de la población
indígena. En este sentido el célebre agustino
fray Alonso de la Veracruz escribió a mediados
de la década de los cincuentas el tratado Relectio
de dominio indellium et iusto bello, resulta-
26
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do del primer curso teológico que impartió en
la Universidad de México entre 1553 y 1554,64
para el egregio académico, la guerra contra los
indios no era justa y no debía hacerse, pero se
justicaba si “…los ineles hostilizaban a los
cristianos y les causaban agravios, y hayan sido
o no súbditos anteriormente, era lícito castigarlos
con la guerra y tomar venganza de ellos…”,65
con lo cual, en casos que lo ameritaran, se jus-
ticaba para los agustinos la guerra contra los
chichimecas; se trata de una “guerra defensiva”66
cuya manifestación arquitectónica material la
encontramos en Yuririapúndaro.67 Es importante
mencionar que la justicación de la “guerra jus-
ta” contra los chichimecas fue compartida por
numerosos teólogos y juristas, universitarios y
extrauniversitarios; en contraparte, se alzaron
las voces de los dominicos en carta colectiva
en 1559 y del obispo de Michoacán, Vasco de
Quiroga, en carta dirigida al Consejo de Indias
en 1561, cuestionando la guerra y la esclavitud
en perjuicio de los chichimecas.68
La ornamentación interior y exterior de la
iglesia agustina de Yuririapúndaro era osten-
tosa. Los retablos estaban llenos de elementos
escultóricos con muchos objetos y adornos en
plata, y algunos estofados en oro.69 La facha-
da exterior de la iglesia presenta esculturas de
manufactura popular.70
Cuitzeo
El pueblo de Cuitzeo estaba encomendado a
Gonzalo López, soldado español quien muy
posiblemente llegó a estas tierras continentales
con Hernán Cortés;71 sin embargo, en 1541,
prácticamente diez años antes de la fundación
agustina procede un litigio en la ciudad de Mé-
xico por la posesión del pueblo entre Gonzalo
Ruiz y el scal Benavente.72
Los agustinos llegan a Cuitzeo en 1550,
fundaron casa bajo la advocación de Santa
María Magdalena, fue su primer Prior y fun-
dador el padre fray francisco de Villafuerte;73
acompañado de un grupo reducido de ministros
apostólicos, “…que al modo de Tiripetío,74 lue-
go hicieron un crecido jacal, en que congregar
aquella racional mies…”75 A partir de este asen-
tamiento iniciaron las tareas de evangelización
e inmediatamente y de manera conjunta los
trabajos de transformación del paisaje urbano
y el espacio habitable.76 Nuevamente se trata
de iniciar el proyecto ideológico con acciones
que involucran la demografía, la urbanización
y la arquitectura. Vale la pena destacar que en
Cuitzeo la “…iglesia fue lo primero que fundó,
hízola de un cañón tan dilatado, como el de Yu-
rirapúndaro, aunque sin crucero…”
77
Posterior-
mente se procedió a la intervención urbanística
y demográca: “En el principio, luego que se
dio n a la iglesia, nuestro venerable Villafuerte
dividió por barrios el pueblo, poniendo a cada
uno capilla…”78 Al igual que en las anteriores
fundaciones se complementa el conjunto con
la construcción de un hospital.79 Como ya he-
mos visto los hospitales cierran un círculo de
funciones en el conjunto urbano constructivo,
este elemento termina siendo muy importante
en las fundaciones agustinas en Michoacán,
puesto que representa, como ya hemos dicho,
un elemento muy poderoso de convencimiento
y persuasión al atender a los necesitados; en
todos los casos debía estar cercano a la iglesia y
convento,80 en Cuitzeo se conrma esta norma.81
El convento e iglesia de Cuitzeo destacan
por sus dimensiones, los elementos defensivos
si bien están presentes, no son tan evidentes,
constituyéndose en la segunda obra agustina
de mayor monumentalidad después de Yuri-
riapúndaro: “Este monasterio es cosa suntuosa,
de cal y piedra, todo de bóveda, alto y bajo: es
cosa muy fuerte”.82
Una última ola fundacional se desarrolló
a partir de 1575 en la región central de Mi-
choacán, en zona tarasca, en poblaciones que
no habían sido ocupadas por los franciscanos
y en Pátzcuaro. En estas últimas fundaciones
agustinas del siglo XVI, que continuaron en el
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siglo XVII, se emplearon los sistemas evangé-
licos utilizados con anterioridad, destacándose
la construcción de un importante número de
capillas de visita.83
Las actividades fundamentales de los agus-
tinos comenzaron a cambiar, la actividad econó-
mica en las haciendas sustituyó paulatinamente
a la actividad evangelizadora, la orden del doc-
tor de la Gracia ya había participado de forma
trascendental en la cristianización, culturización
y transformación ideológica de Michoacán en
el siglo XVI.
Conclusiones
Entendemos el proceso de conquista, coloni-
zación, absorción cultural y económica de la
población nativa como un fenómeno complejo
y multívoco, donde la parte activa que imponen
los cambios se subdivide en variedad de mode-
los, propuestas y mecanismos en la búsqueda
del objetivo común: la incorporación de este
continente al circuito ecuménico occidental.
El modelo agustino se circunscribe dentro
del humanismo práctico que en general desa-
rrollaron los clérigos seculares como regulares,
el objetivo general fue erradicar la “barbarie”
por mecanismos consensuales. En este modelo
se observan elementos claramente distintivos
donde se prioriza el espacio urbano y la arqui-
tectura: “Bien pudo, a ser templo de la fama el
de Tiripetío, suspender de sus almenas y paredes
las armas, arcos, saetas y adargas de todas aque-
llas bárbaras naciones de la costa del sur. Sola su
voz los desarmó, con sola su visita postraban a
sus descalzos pies los arcos y las echas. Tantas
fueron estas, que pudieron servirle de alfombra
a sus plantas en crecidas distancias”.84
El primer elemento de incorporación pací-
ca, acceso a la fe y generación de habitantes
pacícos y productivos: es la reubicación de-
mográca, la creación de un entorno urbano
que facilitara el control y la construcción de
arquitectura que imantara toda la actividad so-
cial y que tuviera como epicentro la actividad
religiosa, misma que a su vez se constituye en
normativa y transformadora: “…para que los
indios, con la gloria de los edicios, con la ri-
queza de los templos, con la solemnidad de las
estas y con el culto divino, se olvidasen del
trabajo pesado y de la or de su gentilidad”.85
Es interesante contrastar los elementos ar-
quitectónicos de los edicios construidos en
centros indígenas, sus mecanismos y funciones.
En el caso del convento e iglesia de Guayanga-
reo, no obstante sus dimensiones, carece de gran
parte de los elementos propios de los conventos
fortaleza. La causa evidente: su ubicación en
pueblo de españoles, por lo que muchos ele-
mentos ya no resultan necesarios en el plan
de transformación cultural, lo que comprueba
nuestras tesis. Finalmente, la operación social
agustina en Michoacán, a partir del reordena-
miento demográco, de orientaciones espaciales
y arquitectónicas en su conjunto, proyectó un
modelo de sociedad que se distinguió de forma
particular en la naciente identidad novohispana.
Citas
1
Consideramos pertinente la categoría de hegemonía
desarrollada por Gramsci en el entendido de que com-
prendemos el proceso de conquista y colonización del
continente inserto en un proceso ecuménico mayor y
vinculado al desarrollo y expansión de las sociedades
europeas occidentales. La categoría de hegemonía nos
permite analizar y proponer la acción política, enfatizan-
do la subjetividad, otorgando un lugar importante a la
ideología y a la dirección política y cultural, “…el con-
cepto de hegemonía en Gramsci se reere a la estrategia
desplegada por un determinado grupo social para generar
la aceptación de sus propias posiciones ideológicas entre
los otros grupos sociales por medio de la persuasión y
el consenso, a través de lo cual esa clase social logra
establecer su dirección o liderazgo ideológico sobre las
otras clases sociales. El ámbito en el que se desarrolla
la lucha entre las clases para establecer su hegemonía
es la sociedad civil. Aquí es fundamental la labor de los
28
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intelectuales, que articulan los intereses y coordinan las
iniciativas de la clase a la que representan en el proceso
de instaurar su hegemonía sobre las otras clases sociales.
La hegemonía, como forma consensual de dominación,
se opondría a los modos coactivos de dominio. Mientras
que estos se caracterizan por la imposición de los propios
decretos a sujetos opuestos en principio a ellos, por lo
que es preciso recurrir tácita o expresamente a la fuerza,
la hegemonía se basa en el despliegue de dispositivos de
integración ideológica”. Ruiz Sanjuan, César, “Estado,
sociedad civil y hegemonía en el pensamiento político de
Gramsci”, Revista de Filosofía y Teoría Política, núm.
47 (2016), http://www.rfytp.fahce.unlp.edu.ar/article/
view/RFyTPe002 [consultado el 26 de febrero de 2023].
2 Hernán Cortés informó al emperador en su tercer carta
de relación en 1522: “…vino a noticia de un señor de una
muy gran provincia que está setenta leguas de Temixtitan
(Tenochtitlán) que se dice Mechoacán, como la había-
mos destruido y asolado, y considerando la grandeza y
fortaleza de dicha ciudad, al señor de aquella provincia
la pareció que, pues aquella no se nos había ofendido,
que no había otra cosa que se nos amparase; y por temor
o por lo que a él le plugo, envióme ciertos mensajeros,
y de su parte me dijeron por los intérpretes de su lengua
que su señor había sabido que nosotros éramos vasallos
de un gran señor, y que, si yo tuviese por bien, él y los
suyos lo querían también ser y tener mucha amistad con
nosotros. Y yo le respondí que era verdad que nosotros
éramos vasallos de aquel gran señor, que era vuestra
majestad, y que a todos no lo quisiesen ser les habíamos
de hacer la guerra, y que su señor había hecho muy bien.”
Tercera Carta de Relación fechada el 15 de mayo de 1522.
Cortés, Cartas, p. 163. Cortés hace traer a Coyoacán al
gobernante tarasco tuvo la oportunidad ver la catástrofe
azteca, incluso le mostraron a Cuauhtémoc con los pies
quemados, ante ese hecho el conquistador le aconsejó:
“¿Ya has visto como está por lo que hizo? ¡No seas tan
malo como él!” Alcalá, La Relación, p. 330. El señor de
los tarascos, claramente coercido, aceptó el vasallaje.
3 Mendieta, Historia, p. 376.
4 Warren, La conquista, p. 87.
5
“Relación de Sirándaro”, Acuña, Relaciones geográ-
cas, p. 262.
6
En este sentido, Gramsci nos dice que, en la conforma-
ción de los Estados modernos, la Iglesia, con su acción
fortalece y sostiene su acción; la Iglesia coadyuva a obte-
ner consenso por parte de los gobernados. A este proceso
lo dene como concordato. Gramsci, Cuadernos, p. 206.
7 Rubial, El convento, p. 56.
8 En septiembre de 1532 la corona anuncia a la Audiencia
de Nueva España, Real Cédula de por medio, la llegada de
la primera misión Agustiniana; el objetivo es muy claro
para las autoridades: “…para fundar en ella monasterios
de su Orden e predicar nuestra santa fe católica e instruir
y convertir a ella los indios naturales…” Es importante
mencionar que la Real Cédula es precisa en indicar que
los agustinos deberán instalarse “…donde no haya otros
religiosos…” Real Cédula de la reina Juana a la Audiencia
de la Nueva España anunciándoles la llegada de la prime-
ra misión agustina, Segovia, 30 de septiembre de 1532, en
Vañes, Monumenta, p. 3. Ver también Lucas, Los siete, p.
20. Los agustinos llegaron a México en 1533, mostrando
“…buen celo a la conversión de los naturales…” Frag-
mento de la carta a la emperatriz, por el obispo de Santo
Domingo presidente de la Audiencia de México, dando
noticia de la llegada de los primeros Agustinos. Vañes,
Monumenta, p. 3. Para entonces franciscanos y dominicos
ya se habían establecido en amplias zonas de la Nueva
España para emprender su labor evangelizadora. “Esta
es la razón de que su territorio siga un trazo caprichoso
y a veces confuso, puesto que tuvo que modelarse sobre
las lagunas que habían dejado franciscanos y dominicos.
Ricard, La conquista, p. 137.
9 León, Los orígenes, p. 72.
10 León, Los orígenes, p. 73. “Es justamente en este
momento donde todas aquellas relaciones familiares y
corporativistas jugaron a favor de fray Diego de Chávez,
o por lo menos para el caso de Tiripetío…” Leyva Gra-
nados, Patricia, “Fray Diego de Chávez y la arquitectura
de la contemplación, conventos de Tiripetío y Yuriria-
púndaro”, en Blog APAMI, 2020, https://apami.home.
blog/2020/11/25/fray-diego-de-chavez-y-la-arquitectu-
ra-de-la-contemplacion-conventos-de-tiripetio-y-yuri-
riapundaro/ [consultado el 19 de julio de 2023].
11 Importante recordar que el poder papal había otorgado
“…a los religiosos de las órdenes mendicantes una gran
29
Dicere • 5 (enero-junio 2024) • ISSN 2954-369X • https://doi.org/10.35830/dc.vi5.68
cantidad de privilegios y exenciones que fueron ampliadas
en épocas posteriores. León X y, sobre todo, Adriano VI
y su famosa Omnímoda, dieron a los frailes facultades
extraordinarias en cuanto a la administración de los sa-
cramentos y la cura de almas, mientras no hubiera un
obispo cercano.” Rubial, El convento, p. 53.
12 Escobar, Americana, p. 425.
13 Lucas, Los siete, p. 29
14 León, Los orígenes, p. 74.
15 Basalenque, Historia, p. 38.
16
En la época colonial se entendía por policía a las obras
públicas de las ciudades o centros poblacionales: orde-
namiento urbano, estado físico de las calles, disposición
y eciencia de los edicios, agua, drenaje, etc.
17 Cerda, El siglo XVI, p. 78.
18 Las capitales o importantes ciudades indígenas estaban
debidamente dispuestas desde el punto de vista urbano.
19 Cerda, El siglo XVI, p. 79. “Desde 1537 se inició la
formación del pueblo con la gente que vivía en pequeñas
chozas dispersas en el área”. Rubial, El convento, p. 145.
20 Cerda, En el pueblo, p. 55.
21 Barbarie y civilización ha sido una dicotomía de valor
que siempre ha justicado la dominación en occidente, el
concepto de “bárbaro”, como sabemos, se desarrolla en
la antigua Grecia y reere al extranjero, al diferente, al
“otro”, que no comparte su cultura y tradiciones; muy ge-
neralizado fue el posicionamiento el cual dictaba que esta
diferencia de manera intrínseca presupone inferioridad.
En términos generales, la barbarie convertía al extran-
jero “por naturaleza” en un ser para la esclavitud; idea
retomada de una manera muy singular por Aristóteles,
quien sostiene que el estrato social deriva de la condición
humana innata, la naturaleza de cada hombre es dada
desde el momento de nacer; y es de esta, su naturaleza, de
la que emana el hecho de que los unos son para mandar, y
los otros para obedecer. Aristóteles, Política. El concepto
de “barbarie” evolucionó con los romanos. Gayo en el
siglo II y Domicio Ulpiano desarrollaron el concepto de
justa servitus, donde la esclavitud deriva del jus gentium,
es decir, del derecho o de la justicia que deriva de la
guerra, a través de la cual la esclavitud llega a ser justa.
Lipschutz, El problema racial, p. 35. Con el cristianismo
no desaparece la reexión que justica la desigualdad.
San Agustín sostuvo que la esclavitud incluso “…ofrecía
una oportunidad única para la práctica de ciertas virtudes
como la humildad, el perdón, la modestia, obediencia y
paciencia”. Hanke, El prejuicio racial, p. 44. Dentro de la
reexión escolástica Santo Tomás asume: “La discusión
de propiedades y la servidumbre no han sido impuestas
por la naturaleza, sino por la razón de los hombres para
la utilidad de la vida humana”. Aquino, Suma teológica,
t. 2. pp. 639-640. Finalmente, el cristianismo renacentista
y expansionista de los siglos XV y XVI aceptó y sostu-
vo el concepto de “guerra justa”. Sin lugar a dudas un
momento cúspide de análisis y argumentación alrededor
de estos conceptos lo encontramos en las célebres con-
troversias de Valladolid entre Juan Ginés de Sepúlveda
y Bartolomé de las Casas. Para Sepúlveda el dominio no
tiene como n la ventaja del vencedor, sino la elevación
moral y material del vencido, asimismo debe servir para
erradicar las injusticias entre los pueblos conquistados:
“Porque el n de la guerra justa es el llegar a vivir en paz
y tranquilidad, en justicia y práctica de la virtud, quitando
a los hombres malos la facultad de dañar y de ofender”.
Sepúlveda, Tratado, p. 73. Para los humanistas evangeli-
zadores, como Bartolomé de las Casas (entre tantos más),
la población indígena americana vivía en la barbarie por el
desconocimiento de la fe de Cristo, no obstante “…estas
universas e innitas gentes, a toto genere, crió Dios las
más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas,
delísimas…” Las Casas, Brevísima relación, p. 25. En
todo caso, incluso para los más adelantados humanistas
evangelizadores del siglo XVI, el concepto “bárbaro” o
“barbarie” tiene una connotación negativa y por lo tanto
obliga ética y moralmente a ser transformada, es decir,
la barbarie es un mal que debe ser desterrado, de ahí la
obligación de los pueblos civilizados a transformar a los
que no lo son, elemento más que justica la expansión
y la implementación de mecanismos de transformación
cultural. Ver también García, Función espacial y Le-
pe-Carrión, “Civilización y barbarie”. El mismo Grijalba
asevera sobre el actuar agustino que “…en el arte de
fundar pueblos, civilizarlos y administrarlos se llevan la
palma los agustinos, verdaderos maestros de civilización”.
Grijalva, Crónica, p. 222. Citado también en Ricard, La
conquista, p. 211.
30
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22 Grijalva, Crónica, p. 157.
23 “Las ciudades fundadas por los españoles en América,
posiblemente desde mediados de la década 1520-1530 y
con seguridad después de 1531, se ajustaron a un modelo
común, bien conocido: una cuadrícula formada por ele-
mentos iguales -ocasionalmente rectangulares-, uno de
los cuales no era construido y servía de plaza…” Hardoy,
“El proceso”, p. 50. “…los pueblos de evangelización
se organizaban en torno a un espacio abierto que hacía
al mismo tiempo ocio de plaza mayor y de mercado,
o tianguis, como se dice en México. Esta plaza era, y
sigue siendo, el corazón del pueblo y su centro vital.
La fuente y la horca, una cerca de otra. Alrededor de
la plaza, los edicios fundamentales: la iglesia con la
escuela de canto, la alcaldía con la cárcel y el tribunal,
y en ella la caja comunal y el albergue para los pasajeros
extraños, todos estos edicios bien construidos, por lo
general, de piedra…” Ricard, La conquista, p. 212.
24 Navarrete, Historia, t. I, p. 155.
25 Una posibilidad a la que se reere con “pasos tolomeos”
podría ser la medida conocida como “paso griego”, de
aproximadamente 80 cms; por lo que la longitud del
pueblo sería de 800 metros. No obstante, el arqueólogo
e investigador de la Universidad Michoacana Igor Cerda,
arma que un paso tolomeo o “pasos de Tolomeo”, es
equivalente a 1 y 2 pies, es decir, 1 666 varas, que ya en
cm nos lleva a 1 393 metros. Lo cual es más sostenible,
debido a que el investigador revisó la ladera del pueblo
de Tiripetío y la presencia de materiales en supercie al-
canzaba 1.5 kms, lo que conrmó la medida dada. Cerda,
El siglo XVI, p. 117.
26 Relación de Tiripetío, en Acuña, Relaciones geográ-
cas, p. 346.
27 Cerda, En el pueblo, p. 55.
28
La congregación de la población indígena fue una pre-
ocupación generalizada de las autoridades novohispanas,
tanto civiles como eclesiásticas. En general se sostenía
que: “Sucedía con frecuencia que para evitar la vecindad
de las iglesias y conventos y hallarse a sus anchas para
practicar sus costumbres, sus vicios mejor dicho, los
indios establecían morada en los más remotos rincones”.
No obstante, la legislación (primera cédula de Valladolid,
de 1536) permitía la libertad a la población de vivir
“de unos lugares a otros de su voluntad…” Libertad que
se conrma en la segunda cédula de Valladolid en 1544; no
obstante, en 1554, “…el virrey Luis de Velasco pidió al rey
facultad para obligar a los indios a no salir de los pueblos
de donde eran nativos, sin lo cual la congregación de ellos
resultaría imposible”. Ricard, La conquista, pp. 214-215.
29 Tributante o cabeza de familia que está obligado a pagar
tributo, cabe aclarar que no se reere a la población total
pues los niños o las mujeres no tributaban. La relación
hecha por fray Francisco de Villafuerte en 1571 habla de
1 200 tributantes. “Relación de doctrinas encomendadas
a los agustinos, escritas por los priores de los conventos
allí fundados”, en Vañes, Monumenta, p. 155.
30 “Relación de indios que los religiosos de la orden de
nuestro padre san Agustín tienen a su cargo en esta Nueva
España”, en Becerril y Cerda, p. 197.
31 Basalenque, Historia, p. 94.
32 En la relación de Tiripetío, el relator Montes de Oca
menciona una losa encima de la sepultura de Juan de
Alvarado la cual entre otras cosas indica: “Gastó los
tributos, e rentas y haciendas, en el edicio desta iglesia
y monasterio, y enriqueciéndola de muchos ornamen-
tos y piezas de plata, y dejó comenzado a edicar el
hospital”. Relación de Tiripetío, en Acuña, Relaciones
geográcas, p. 366.
33 Jaramillo, Los agustinos, p. 23.
34 Juan de Alvarado murió en 1550 sin herederos, lo que
terminó por consolidar la hegemonía agustina en la zona.
“Copia de carta escrita por el virrey Luis de Velasco y
dirigida a S.M. en la que se le informa entre otros asuntos
[…] del fallecimiento de Juan de Alvarado encomendero
de Tiripetío el que por no tener herederos pasará su en-
comienda a la corona…”, México, 25 de enero de 1551,
en Escobar, Catálogo, t. 2, p. 268.
35 Relación de Tiripetío, en Acuña, Relaciones geográ-
cas, p. 367.
36 Grijalva, Crónica, p. 154.
37 Grijalva, Crónica, p. 154. Por otro lado, se nos indica
que era atendido por la población autóctona, tema en este
caso relevante por impacto e inuencia que se tendría al
ser atendido por los hermanos de la orden: “Era atendido
por los mismos indígenas en turnos semanales”. Jarami-
llo, Los agustinos, p. 23. Consideramos que gran parte
de las labores eran atendidas por la población indígena,
no obstante, las labores más importantes, y en su caso
31
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los santos óleos, naturalmente eran administrados por
los clérigos.
38 Grijalva, Crónica, p. 154.
39 Basalenque, Historia, p. 93.
40
Hacemos énfasis para destacar la relación entre los
elementos urbanos, entendidos como buena policía y el
adoctrinamiento de la fe en la concepción agustina de
nueva sociedad.
41 Basalenque, Historia, p. 96.
42 Basalenque, Historia, p. 97.
43 “Tacambaro y sus caminos hacia el sur, pintura 1589”,
Archivo General de la Nación-México (en adelante
AGN), galería 4, ramo tierras, volumen 2721, expediente
32, foja 326, catálogo de ilustraciones 1846/1.
44 Navarrete, Historia, t. I, p. 707.
45 Grijalva, Crónica, p. 157.
46 Grijalva, Crónica, p. 157. Existen elementos que nos
indican la transformación de la casa habitación de la
población indígena en general conforme se asentaban las
costumbres e inuencia de los religiosos agustinos. “Al
principio de la evangelización los agustinos no llevaban
viáticos a los enfermos, por la pobreza y suciedad de
sus chozas; más tarde, cuando las moradas de los indios
tuvieron alguna decencia, iban a llevarles la comunión
a sus casas”. Ricard, La conquista, p. 197.
47
“Relación de los pueblos de indios que los religiosos de
la orden de Nuestro Padre San Agustín tienen a su cargo
en esta Nueva España”, en Becerril y Cerda, Catálogo, p.
198. La relación de fray Sebastián Trasierra de 1571 nos
indica que en el pueblo de Tacámbaro: “Suman todos,
ochocientos casados, y doscientos y tres viudos y viudas,
como parece por las sumas de fuera; de los cuales se
sacan cincuenta y seis personas que no pagan tributo por
ser muy viejos, enfermos tullidos, contrechos y ciegos,
y así quedan ciento cuarenta y siete viudos y viudas”.
“Relación de doctrinas encomendadas a los agustinos,
escritas por los priores de los conventos allí fundados”,
en Vañes, Monumenta, pp. 155-156.
48 León, Los orígenes, p. 83.
49 Escobar, Americana, p. 433.
50 Navarrete, Historia, t. I, p. 191.
51 Relación de Yurirapúndaro, en Acuña, Relaciones geo-
grácas, p. 69. Existían críticas, algunas incluso llegaron
a ser conocidas por el Rey, sobre los excesos de los frai-
les agustinos con la población indígena al construir sus
edicios: “Y Dios sabe del modo que los pobres indios
con estos edicios son vejados y cuantos so color dellos
los roban.” Carta del doctor Luis de Anguis (ocial del
arzobispo de México don Alonso de Montufar) a Felipe
II, año de 1561, en Cuevas, Documentos, p. 262.
52 “Yuririapúndaro […] tendrá como dos mil tributantes
repartidos en más de veinte pueblos […] Algunos de estos
pueblos están metidos en tierra de guerra de chichimecas
y así ha poco que destruyeron uno de ellos que se llama-
ba Cureo, donde mataron casi a todos los moradores.”
“Relación de los pueblos de indios que los religiosos de
la orden de Nuestro Padre San Agustín tienen a su cargo
en esta Nueva España”, en Becerril y Cerda, Catálogo,
p. 199. Resulta interesante el cómputo de tributarios.
La relación de Yuririapúndaro nos habla de novecientos
tributarios en la cabecera, mientras que la relación de
pueblos indios del Archivo General de Indias nos habla
de dos mil tributantes, pero en toda la demarcación o
partido incluidos los pueblos sujetos.
53
Powell, La guerra, p. 71. En el Archivo Histórico de
la Ciudad de Pátzcuaro se encuentra un documento r-
mado en 1561 con motivo de una diligencia para reclutar
hombres y bastimentos para luchar contra la amenaza
chichimeca en Zacatecas. “Rebelión chichimeca. Dili-
gencias seguidas por Juan Fernández Madaleno, teniente
de justicia mayor. Francisco Troche, escribano público.”
Archivo Histórico Municipio de Pátzcuaro (AHCP), Ciu-
dad de Mechoacán, 131.3 (SP 114), 8 f.
54
Iván Gonzáles de la Puente, “Primera parte de la choro-
nica agustiniana de Mechoacán, en que se tratan y escri-
ben las vidas de nueve varones apostólicos agustinianos”,
en Plancarte y Navarrete, Documentos inéditos, p. 256.
55
Escobar, Americana, p. 423. Citado también en Gómez,
Crónicas, pp. 99-100.
56 Sartor, Arquitectura, p. 51.
57
No pocas fueron las críticas a los agustinos por las
dimensiones y costos de sus edicios: “…se debe de dar
remedio a las grandes costas y gastos y servicios perso-
nales y obras suntuosas y superuas que los religiosos
hacen en los pueblos de los dichos indios, todo a su
costa. En lo que toca a las obras de los monasterios, van
tan soberbias en algunas partes y donde no ha de haber
más de dos o tres frailes…” Dos fragmentos de una carta
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del arzobispo de México, don Antonio de Montúfar, al
Consejo de Indias, sobre la necesidad de los indígenas
paguen diezmo y que es necesario moderar a los frailes en
la construcción de los conventos. México, 15 de mayo de
1556, en Vañes, Monumenta, pp. 38-39. Otro caso: “Hay
edicio en Mechoacán, hecho por los padres agustinos,
que certican maestros de cantería que no se hiciera con
sesenta mil ducados si por dinero se hubiera de hacer;
para un pueblo de indios vea V. M. qué necesidad hay
de cosa tan costosa, y que los pobres indios la hacen con
su sudor y fatiga…” Carta del doctor Luis de Anguis a
Felipe II, año de 1561, en Cuevas, Documentos, p. 262.
58 Los agustinos tuvieron que justicar, con el mismo
argumento, en más de una ocasión las dimensiones de
la obra de Yuririapúndaro. Por la cita que a continuación
se presenta parece ser que también Cuitzeo fue señalado:
“Yo vine espantado de algunas casas que vi de religio-
sos, hallándome en algunas dellas, soberbias y fuertes
y diciendo que de que servía tanta casa pues había tan
pocos frailes que serían hasta dos y en muchas no más
de uno, me respondían que las hacían así porque cuan-
do fuese menester sirviesen a V.M. de fortaleza.” Carta
del doctor Luis de Anguis a Felipe II, año de 1561, en
Cuevas, Documentos, p. 262. Al hablar en plural de “ca-
sas” el informante del rey se reere presumiblemente a
Yuririapúndaro y Cuitzeo.
59
Escobar, Americana, p. 426. Fragmento incluido en
Gómez, Crónicas, p. 104.
60 Grijalva, Crónica, p. 305.
61
Los conventos fortaleza del siglo XVI se caracteri-
zan por ser estructuras de grandes dimensiones, muros
altos, atalayas, ventanas pequeñas y altas. El complejo
arquitectónico une a la iglesia con el convento en un solo
conjunto, ambos tienen la puerta al frente; por otro lado,
cuentan con atrio abierto en donde es normal encontrar
elementos litúrgicos que dentro de la lógica europea es-
tarían dentro de la iglesia como cruces (cruces atriales)
y capillas (capillas posas); la fachada como la puerta
lateral están normalmente ornamentadas, a las que se
encuentran en poblaciones indígenas se les dispone capilla
abierta en la parte frontal del convento; el cuerpo de la
iglesia lo constituye un bóveda de cañón. Se encuentran
en pueblos no amurallados y no cuentan con foso. García,
Función, pp. 156-157. “…el efecto visual es el de una
estructura encastillada. Las formas de arquitectura militar
son dominantes…” Kubler, Arquitectura, p. 242. Se trata
de la combinación de elementos defensivos militares con
elementos propios de la evangelización que presupone
atracción. “El efecto general es el de templo-fortaleza
de proporciones sencillas y simétricas, que se levanta
dominando el asentamiento en cuestión como núcleo
de refugio, ciudadela y centro comunal”. Kubler, Ar-
quitectura, p. 242.
62 Toussaint, Arte, p. 48.
63
Escobar, Americana, p. 431. Fragmento incluido en
Gómez, Crónicas, pp. 111-112.
64 Sin duda uno de los primeros cursos impartidos en la
recién inaugurada Universidad de México, posteriormente
“Real y Ponticia Universidad de México”. “empezó a
leer en las escuelas públicas de esta Ciudad de México
[…] el maestro fray Alonso de la Vera Cruz, en la cátedra
de Biblia, las epístolas de San Pablo […] en cumplimiento
de la cédula que su Majestad envió para que se instituye-
se la dicha universidad…” Constancia de las lecciones
dadas por fray Alonso de la Veracruz en la Universidad
de México, México, 30 de julio de 1553-24 de febrero
de 1557, en Vañes, Monumenta, p. 33.
65 Beuchot, Antología, p. 329.
66
Concepto interesante puesto que no se trata de lle-
var ejércitos invasores de conquista, sino de internarse
en territorio hostil bajo la premisa de la evangelización
pacíca, pero preparados militarmente ante cualquier
reacción bélica.
67 García, Métodos, p. 147.
68 Carrillo, “La Iglesia”, pp. 43-45.
69
Navarrete, Historia, t. I, p. 141. Iván Gonzáles de la
Puente, “Primera parte de la choronica agustiniana de
Mechoacán, en que se tratan y escriben las vidas de nue-
ve varones apostólicos agustinianos”, México, 1624,
en Plancarte y Navarrete, Documentos inéditos, p. 255.
70 Toussaint, Arte, p. 48.
71 Escobar y Olmedo, “Las encomiendas”, pp. 228-236.
72 “Gonzalo Ruiz, vecino y regidor de México, contra el
scal Benavente, sobre los indios de Cuitzeo de la Lagu-
na. Quien argumenta que es legítimo encomendero, que se
lo han quitado. Pide restitución de dicho pueblo”, AGN,
justicia, 193 A, 1541, autos scales, México, núm. 8.
73 Escobar, Americana, pp. 508-509.
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74
Es notable, y se constata en varias referencias, el ejem-
plo a seguir que la experiencia de Tiripetío representó
para las demás fundaciones agustinas, signicando con
algunas variantes, el modelo de acercamiento y estable-
cimiento de mecanismos de penetración ideológica en
las comunidades indígenas y posterior incorporación de
su población a un modelo de vida occidentalizado.
75 Escobar, Americana, p. 496.
76
Villafuerte llega a Cuitzeo en octubre de 1550 y el
1 de noviembre inicia los trabajos de construcción de
la iglesia: “…y así entró en el pueblo de Cuitzeo, año
de mil quinientos cincuenta, por el mes de octubre”.
Escobar, Americana, p. 509. “Fijose la primera piedra,
el día primero de noviembre del año de mil quinientos
cincuenta…” Escobar, Americana, p. 495. Es evidente
la claridad de objetivos, la intervención en el paisaje ur-
bano debía ser inmediata. Es importante mencionar que
la relación de Cuiseo ubica la fundación en el año 1551:
“En esta cabecera hay un monasterio de frailes agustinos,
que fundó el maestro fray Alonso de la Veracruz, siendo
provincial de dicha Orden, el año de cincuenta y uno”.
Relación de Cuiseo, en Acuña, Relaciones geográcas,
p. 89. En todo caso no cambia la rapidez con que fueron
ordenados los trabajos constructivos.
77 Escobar, Americana, p. 497.
78 Escobar, Americana, p. 500.
79 “También fundó un hospital que por aquel tiempo fue
de adobes…” Escobar, Americana, p. 500.
80
“…arrimado a las iglesias y a los conventos están edi-
cados hospitales…” Grijalva, Crónica, p. 154.
81 “…e inmediato al convento fabricó [Francisco de Vi-
llafuerte] un hospital, consuelo de enfermos y alivio de
los pobres pasajeros”. Escobar, Americana, p. 509.
82
Relación de Cuiseo, en Acuña, Relaciones geográ-
cas, p. 89.
83 Zambrano, Capillas.
84 Escobar, Americana, p. 539.
85 Grijalva, Crónica, p. 157.
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