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Jenny Zapata de la Cruz
Dicere • 6 (julio-diciembre 2024) • ISSN 2954-369X • DOI:
nos elevada internacionalmente por el primer
embajador chileno en Moscú está en el centro
de esta interesante obra. Como puede leerse
en ella, la defensa de su propia familia escaló
notablemente como un reclamo de respeto a la
vida y a los derechos frente a la vista y muy
sufrida capacidad destructiva de que podían ser
capaces los Estados. Gracias a la preocupación
y denición de una diplomacia justa respaldada
por su país, Cruz Ocampo exigió el cese real y
denitivo de la guerra, el repliegue cierto de la
arbitrariedad y el daño al ser humano.
Aunque no fue hace mucho que ocurrió
todo esto, el mundo ha conseguido dejar atrás,
o concebido formas de zanjar oportunamente,
escenas dantescas gracias a la intervención de
mentes (personas) sensibles a causas de digni-
dad humana, capaces, además, de sumar volun-
tades. Medina y Ulloa han conseguido poner en
claro la contribución necesaria de Cruz Ocampo
al mundo y tiempo en los que vivimos.
Tuve la oportunidad de conocer en voz de
sus autores el curso de la investigación que -
nalmente les ha conducido a la realización de
esta notable obra. Cuando escuché por primera
vez el caso de Lyda Liessina y su privación para
partir a Chile en compañía de su esposo, pensé en
Helena de Troya y las rimas ciertas y curiosas de
la historia y sus problemas. Quizá Lyda Liessina
fuera la Helena de la diplomacia chilena hasta el
repliegue de la primera potencia soviética frente
a las demandas de una remota diplomacia suda-
mericana encarnada por Cruz Ocampo.
La investigación realizada por Cristián
Medina y Erna Ulloa tuvo como fuente princi-
pal los documentos privados y personales del
diplomático de Concepción, donados reciente-
mente para su preservación a la Universidad de
Concepción. Los autores de este trabajo, inves-
tigadores reconocidos en el ámbito de la historia
de las relaciones internacionales del siglo XX,
profundizaron en los años de vida internacio-
nal de Cruz Ocampo más comprometidos con
motivo de este problema correspondientes a su
embajada en Moscú y, poco después (1948), a la
representación de su país ante la Organización
de las Naciones Unidas.
Si bien Un embajador chileno contra
Stalin: Luis David Cruz Ocampo sugiere por
su título una contribución a la historia de la
diplomacia chilena, su lectura, la de su plan-
teamiento y problematización, así como de la
forma en que fue concebido y desarrollado por
Medina y Ulloa, permite apreciar el benecio
e impacto amplio para la historia internacional
y el tratamiento de personajes del pasado. Esto
no es ninguna casualidad, pues Medina y Ulloa
establecen muy claramente el límite de varias
corrientes historiográcas a las que su trabajo
aporta algo valioso; el estado del arte y el apa-
rato crítico de la obra dan cuenta de ello.
Un embajador chileno contra Stalin: Luis
David Cruz Ocampo debe mucho a fuentes
inéditas, a pesquisas especícas en fondos di-
plomáticos y parlamentarios chilenos que se
corresponden con la dimensión de la cuestión
internacional desarrollada. La atención a la he-
merografía del periodo y la labor de entrevista
(historia oral), hacen permiten apreciar una
investigación completa. A lo largo de sus poco
más de 130 páginas, sus autores han ilustrado
el curso concertado de su labor intelectual en
nueve capítulos bien acotados y balanceados
que parten del tratamiento biográco de Luis
David Cruz Ocampo y concluyen con la reunión
de su familia en el epílogo.