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Mónica Naymich López Macedonio
Dicere • 6 (julio-diciembre 2024) • ISSN 2954-369X • DOI: https://doi.org/10.35830/dc.vi6.114
Desde México, Brasil y Paraguay se perciben
lejos. De los países del continente americano
denidos por su raíz cultural latina, Brasil y
Paraguay son las dos entidades latinoamericanas
de las que tenemos poco conocimiento en los
entornos académicos mexicanos. Quizá esto se
deba a la distancia geográca realmente exis-
tente y, además, en el caso de Brasil, al idioma.
Existen innumerables esfuerzos académicos que
han destacado el devenir particular de México
en el contexto de los países latinoamericanos
y estamos tan inmersos en esa narrativa de la
“democracia mexicana” del siglo XX, que a
pesar de haber emergido de procesos de con-
quista, colonización e independencia en el siglo
XIX, con todas las herencias que esos procesos
generaron, pareciera que México se desconec-
tara de las dinámicas de los procesos sociales
y políticos acontecidos en el resto de los países
latinoamericanos durante el siglo XX, particu-
larmente, después de que la dictadura de Porrio
Díaz fuera nalmente derrocada en 1911, tras
el inicio de lo que en México nombramos, la
revolución mexicana.
En efecto, la primera revolución social del
siglo XX tuvo a México por escenario y fue la
coyuntura a partir de la cual se comenzó a na-
rrar la historia particular mexicana respecto de
los países de la región. Se destacó entonces la
revolución social, política, agraria, económica y
cultural de México, siendo la revolución política
y diplomática las más exitosas, al posicionarse
un régimen civil que supo ganarse el prestigio
internacional durante casi todo el siglo XX; sin
dejar de advertir la proximidad geográca con
los Estados Unidos de América, que es sin duda
un elemento crucial a considerar a la hora de
pensar en el devenir particular mexicano res-
pecto de los países latinoamericanos. En el siglo
XX fueron destacadas en demasía las particu-
laridades de este devenir histórico, a tal grado,
que hemos aprendido a percibirnos muy lejanos
de las realidades de los países latinoamericanos.
Sin embargo, los procesos cercanos existen
y es preciso identicarlos. La nueva realidad
política que existe en México y que favore-
ció la apertura de los archivos de las extintas
Dirección Federal de Seguridad (DFS) y de la
Dirección de Investigaciones Políticas y So-
ciales (DIPS), es decir, las policías políticas
del régimen de partido único, que operaron
de manera sistemática entre 1947 y 1985, y
que ahora pueden consultarse con propósitos
académicos o legales, ha permitido la emer-
gencia de investigaciones que han mostrado
que, además de las particularidades de México
ponderadas en la historiografía, en su suelo se
desarrollaron procesos históricos muy cercanos
a los acaecidos en otros escenarios de América
Latina durante la segunda mitad del siglo XX.
Mostrar esa historia no ocial de México es un
deber de los historiadores del siglo XXI, porque
al estar permitido el acceso y análisis de este
tipo de fuentes, se ha abierto el camino para
hacer visibles actores, procesos e instituciones
que nos sugieren la existencia de realidades
sociales y políticas compartidas con el resto
de los países latinoamericanos y la posibilidad
de documentar historias que, durante décadas,
parecieron exclusivas de los regímenes domina-
dos por dictaduras militares. El reto de analizar
este tipo de fuentes constituye un avance para
documentar la represión sistemática que tam-
bién hubo en México durante ese periodo, que
por consenso reconocemos en la historiografía
como guerra fría (1947-1991), pero sobre todo
para hacer visible la resistencia organizada que
ha emanado como respuesta en la región, en el
afán de combatir la impunidad que en México,
como en el resto de los países latinoamericanos,
lamentablemente continúa siendo, a pesar de los
diversos esfuerzos, una realidad compartida.
Durante la segunda mitad del siglo XX,
temporalidad de análisis en la que se inscribe
este dossier, México y sus gobiernos civiles
experimentaron procesos semejantes a los ocu-